Las mujeres hoy
en día nos preocupamos por demasiadas cosas, algunas con razón, otras no tanto.
Sin embargo, en algunas cosas de la salud a veces nos descuidamos. Con esa
historia siglo 21 que uno oye en las esquinas “los tiempos han cambiado”, “las
mujeres primero nos realizamos profesionalmente y luego pensamos en una
familia”, entre otras, lo cierto es que el organismo no ha cambiado en lo
absoluto, por el contrario, en la mayoría de los casos está severamente
afectado por el estrés, los malos hábitos alimenticios, el cigarrillo, etc.
Uno de los
ciclos normales del organismo femeninos para el cual debemos prepararnos es la
menopausia. La Sra. Milagros Sperandio, habitante de San Antonio de Los Altos
nos escribió preguntándonos sobre este tema y decidimos abordarlo en esta columna.
Investigando nos conseguimos con información interesante del Instituto Nacional
del Cáncer de Estados Unidos que vamos a presentar aquí.
La menopausia es
un proceso que usualmente se inicia a partir de los 35 años, durante este
tiempo, los ovarios producen en forma gradual concentraciones más bajas de las
hormonas sexuales naturales: estrógeno y progesterona. El estrógeno promueve la
formación normal de los senos y el útero (matriz) de la mujer, controla el
ciclo de ovulación (cuando el ovario deja salir un óvulo en una trompa de
Falopio) y afecta muchos aspectos de la salud emocional y física de la mujer.
La progesterona controla la menstruación y prepara el revestimiento de la
matriz para recibir el huevo fertilizado.
La “menopausia
natural” comienza cuando la mujer tiene su último periodo, o deja de menstruar,
y se considera completa cuando la menstruación ha cesado por un año. Esto casi
siempre ocurre entre las edades de 45 y 55 años, pero varía de una mujer a
otra. Las mujeres que han tenido cirugía para extirpar ambos ovarios (una
operación llamada ooforectomía bilateral) experimentan lo que se llama
“menopausia quirúrgica”; es decir, el cese inmediato de la menstruación causado
por falta de las hormonas producidas por los ovarios.
Cuando la mujer
ha llegado ya a la menopausia natural, la producción de estrógeno ha disminuido
en forma significativa. Aunque otros órganos producen concentraciones bajas de
esta hormona después de la menopausia, estas concentraciones solo representan
cerca de una décima parte de la concentración que se encuentra en mujeres
premenopáusicas. La progesterona está casi ausente en las mujeres menopáusicas.
El uso de
hormonas para la menopausia (a veces llamado terapia de reemplazo hormonal o
uso posmenopáusico de hormonas) consiste en tomar estrógeno solo o estrógeno
combinado con progesterona o progestina, una hormona sintética con efectos
semejantes a los de la progesterona.
Los médicos
pueden recomendar el uso de hormonas menopáusicas para contrarrestar algunos de
los problemas asociados generalmente con la menopausia (sofocos de calor,
sudores nocturnos, insomnio y sequedad vaginal) o para prevenir algunos efectos
a largo plazo que son más comunes entre las mujeres posmenopáusicas, como la
osteoporosis (afección caracterizada por la disminución de la masa y densidad
de los huesos, la cual causa fragilidad de los huesos).
Las pruebas más
contundentes sobre los riesgos y beneficios de tomar hormonas después de la
menopausia proceden del Programa Hormonal de la Iniciativa de Salud de la
Mujer. Los análisis arrojaron aumento significativo el riesgo de cáncer de
mama, de endometrio, de ovarios, enfermedades cardiacas, derrames cerebrales,
coágulos de sangre e incontinencia urinaria. Así como también demencia y
Alzheimer. Sin embargo, el riesgo de cáncer colorrectal y de fracturas de
cadera fue menor en quienes tomaron las hormonas. En este estudio también
incorporaron pruebas con falsos estrógenos solo para evaluar el “efecto
placebo”.
Los estudios no
recomiendan el uso de hormonas a quienes tengan historial de cáncer ya que
promueve el crecimiento normal de las células y eso estaría contraindicado en
caso de presencia de tumores.
En cuanto a los
métodos anticonceptivos, estarían recomendados los que se incorporan en la
vagina como el anillo vaginal porque la carga hormonal hacia la sangre es mucho
menor.
Para reducir el
riesgo de enfermedad crónica, las mujeres pueden adoptar un estilo de vida
saludable, hacer ejercicio regularmente, seguir una dieta saludable, limitar el
consumo de alcohol, no empezar a fumar o, para las que fuman, tratar de dejar
de fumar. Las comidas ricas en calcio y vitamina D o suplementos dietéticos que
contienen estos nutrientes pueden ayudar a prevenir la osteoporosis. Los
resultados publicados por la WHI indicaron que tomar suplementos de calcio y
vitamina D proporcionó algún beneficio para preservar la masa ósea y prevenir
fracturas de cadera, especialmente entre las mujeres de 60 años de edad y
mayores. Así como también incorporar caminatas diarias de 30 minutos.
En el aspecto
sexual, algunas mujeres sienten amplia afectación por la resequedad vaginal, lo
recomendable es probar con lubricación alterna que se consigue en las cadenas
de farmacias o en tiendas especializadas en elementos para relaciones íntimas.
Cualquier cosa será siempre mucho más saludable que llenar el organismo y la
sangre de hormonas que pueden predisponerte a enfermedades importantes.
Me piden que les
recomiende el libro “Los placeres secretos de la menopausia” de la Dra.
Christiane Northrup. Lo buscaré.
Información
extraída de la web www.cancer.gov. Hasta la próxima. Sonríe siempre.
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