El sexo y la sexualidad de los hijos es un dolor de cabeza para los
padres. No saben cómo entrarle al tema, qué decir, cuándo, en qué tono, es un
completo y gigante signo de interrogación que la mayor parte del tiempo
atemoriza y enmudece a la mayoría de los padres.
Lo principal debe ser documentarse, tener mucha información o al menos la
necesaria para poder responder cualquier pregunta airosamente. Esto también te
permitirá no dar detalles de más en la etapa que no sea necesaria y usar el
lenguaje apropiado de acuerdo a cada edad. Los niños por ejemplo necesitan
información sobre su sexualidad puntual y precisa, distinta a la que necesitan
los adolescentes que, irremediablemente, ya están expuestos a muchos detalles y
adicional a eso, a las propias hormonas haciendo efervescencia en el
cuerpo.
Amber Madison, autora del libro “Cómo hablar de sexo con los adolescentes
para que te escuchen”, da algunas herramientas importantes que la web ABC de
España precisó de una forma muy creativa y directa, aquí se las presento y
deseo que sean de mayor utilidad.
Sea un padre con presencia en la vida de sus hijos. Si usted está
implicado en la vida de sus hijos, tiene el 90% de la batalla ganada. No se
puede aparecer de repente, ponerse a hablar con ellos sobre sexo y esperar que
les escuchen. Por eso, lo primero que hay que hacer es abandonar la idea de
posponerlo todo hasta que sus hijos empiecen a salir con su primera pareja. No
hay forma de cubrir estos temas en una sola conversación.
Elegir el momento. Algo tan inocente como un
enamoramiento con 13 años podría ser una buena oportunidad para hablar de lo
que pasa cuando ese sentimiento no es correspondido y así construir la
confianza necesaria sobre asuntos que tienen que ver con las relaciones
sentimentales y la actividad sexual.
Supere la propia vergüenza. No hablar de sexo con los hijos es una
verdadera negligencia que traerá consecuencias en la vida real.
Elija el tono. Si son capaces de hablar de una forma
serena y tranquila, la experiencia será más cómoda para todos.
Acepte la incomodidad. Si están muy nerviosos y actuar
no es su fuerte, entonces la mejor opción es reconocer desde el principio lo
incómoda que les resulta la situación.
Cómo sacar el tema. Sentarse frente a frente es una
situación intimidante. Espere a un momento que ayude a tener este tipo de
conversación como, por ejemplo, un viaje en coche. Nadie puede levantarse y
huir, y además tendrán la excusa perfecta para evitar el contacto visual.
Formas de empezar la conversación: Como regla principal, la autora
recomienda dejar de lado cualquier frase que parezca sacada de un manual de
psicología barata. Sea imaginativo. Saque el tema a colación a partir de una
letra de una canción, tras ver una película, un anuncio, una noticia de la
televisión e incluso rememorando la propia juventud.
Utilice terminologías acordes con la edad,
pero no les hable como niños pequeños, ni se ponga en el otro extremo y utilice
su lenguaje. Ustedes son sus padres, no sus amigos.
Haga afirmaciones generales. No personalice en la figura de su
hijo, para no atacarle directamente. Así no se pondrá a la defensiva.
Procure que sea una conversación, no un sermón. Animen
a sus hijos a intervenir. Escuchen también los pensamientos y dudas de los
adolescentes, así tendrán una idea más precisa de lo que les preocupa.
No de respuestas apresuradas. A veces ni un
padre sabe la respuesta, y tiene que darse un tiempo para investigar o
reflexionar y retomar el tema en otro momento. Pero no se olviden de la promesa
y vuelvan sobre el tema.
La web
efesalud.com ofrece algunos consejos:
La
educación se basa en un desarrollo equilibrado entre el cuerpo y la mente. Por ello hay que alimentar a los niños física e intelectualmente: con
deporte y actividades culturales, por ejemplo.
Los
padres deben educar en un sentido integral, en todos los aspectos. Mejor no delegar facetas de la educación en los abuelos, la escuela o
los amigos. Si lo hacemos, podemos llevarnos desagradables sorpresas.
Los
niños no se traumatizan con el sexo si les transmitimos amor y naturalidad. Al contrario: la prohibición, coacción, ocultación o muestra del sexo
como algo sucio y pecaminoso genera traumas y rebeldía.
No
hay nadie como los padres para saber cuándo su hijo está preparado para tener
relaciones sexuales sanas, siempre que lo conozcan bien y
la comunicación sea fluida.
Hay
que saber poner límites para que los hijos no tengan relaciones sexuales sin
estar preparados. Si les inculcamos valores y una educación sexual
sana y realista desde pequeños, no hace falta imponer nada.
Abordar
un problema a tiempo evita males mayores. Si
esperamos, el resultado será peor.
Los
niños crecerán con seguridad si hay una buena comunicación desde la infancia. Será su guía para enfrentarse a la vida y prevenir riesgos en las
relaciones sexuales.
La
cercanía con los hijos es imprescindible. Hay que
aguantar el ‘chaparrón’ de la rebeldía propia de la adolescencia. En momentos
cruciales, recordarán las palabras y buen criterio de sus padres.
No
hay que meterles miedo en temas de sexualidad, pero deben saber que existen
riesgos. Conocer es prevenir.
Si
hay problemas, debemos estar ahí para ayudarles. Hacer que se sientan culpables sólo aporta temor y más dolor del que
ya les causa esa situación de por sí.
Puedes escribirme
a gentesaludableradio@gmail.com. Hasta la
próxima.
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