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martes, 11 de agosto de 2015

Sexo para adolescentes


El sexo y la sexualidad de los hijos es un dolor de cabeza para los padres. No saben cómo entrarle al tema, qué decir, cuándo, en qué tono, es un completo y gigante signo de interrogación que la mayor parte del tiempo atemoriza y enmudece a la mayoría de los padres.

Lo principal debe ser documentarse, tener mucha información o al menos la necesaria para poder responder cualquier pregunta airosamente. Esto también te permitirá no dar detalles de más en la etapa que no sea necesaria y usar el lenguaje apropiado de acuerdo a cada edad. Los niños por ejemplo necesitan información sobre su sexualidad puntual y precisa, distinta a la que necesitan los adolescentes que, irremediablemente, ya están expuestos a muchos detalles y adicional a eso, a las propias hormonas haciendo efervescencia en el cuerpo. 

Amber Madison, autora del libro “Cómo hablar de sexo con los adolescentes para que te escuchen”, da algunas herramientas importantes que la web ABC de España precisó de una forma muy creativa y directa, aquí se las presento y deseo que sean de mayor utilidad.

Sea un padre con presencia en la vida de sus hijos. Si usted está implicado en la vida de sus hijos, tiene el 90% de la batalla ganada. No se puede aparecer de repente, ponerse a hablar con ellos sobre sexo y esperar que les escuchen. Por eso, lo primero que hay que hacer es abandonar la idea de posponerlo todo hasta que sus hijos empiecen a salir con su primera pareja. No hay forma de cubrir estos temas en una sola conversación.

Elegir el momento. Algo tan inocente como un enamoramiento con 13 años podría ser una buena oportunidad para hablar de lo que pasa cuando ese sentimiento no es correspondido y así construir la confianza necesaria sobre asuntos que tienen que ver con las relaciones sentimentales y la actividad sexual.

Supere la propia vergüenza. No hablar de sexo con los hijos es una verdadera negligencia que traerá consecuencias en la vida real.

Elija el tono. Si son capaces de hablar de una forma serena y tranquila, la experiencia será más cómoda para todos.

Acepte la incomodidad. Si están muy nerviosos y actuar no es su fuerte, entonces la mejor opción es reconocer desde el principio lo incómoda que les resulta la situación.
Cómo sacar el tema. Sentarse frente a frente es una situación intimidante. Espere a un momento que ayude a tener este tipo de conversación como, por ejemplo, un viaje en coche. Nadie puede levantarse y huir, y además tendrán la excusa perfecta para evitar el contacto visual.

Formas de empezar la conversación: Como regla principal, la autora recomienda dejar de lado cualquier frase que parezca sacada de un manual de psicología barata. Sea imaginativo. Saque el tema a colación a partir de una letra de una canción, tras ver una película, un anuncio, una noticia de la televisión e incluso rememorando la propia juventud.

Utilice terminologías acordes con la edad, pero no les hable como niños pequeños, ni se ponga en el otro extremo y utilice su lenguaje. Ustedes son sus padres, no sus amigos.

Haga afirmaciones generales. No personalice en la figura de su hijo, para no atacarle directamente. Así no se pondrá a la defensiva.

Procure que sea una conversación, no un sermón. Animen a sus hijos a intervenir. Escuchen también los pensamientos y dudas de los adolescentes, así tendrán una idea más precisa de lo que les preocupa.

No de respuestas apresuradas. A veces ni un padre sabe la respuesta, y tiene que darse un tiempo para investigar o reflexionar y retomar el tema en otro momento. Pero no se olviden de la promesa y vuelvan sobre el tema.

La web efesalud.com ofrece algunos consejos:
La educación se basa en un desarrollo equilibrado entre el cuerpo y la mente. Por ello hay que alimentar a los niños física e intelectualmente: con deporte y actividades culturales, por ejemplo.

Los padres deben educar en un sentido integral, en todos los aspectos. Mejor no delegar facetas de la educación en los abuelos, la escuela o los amigos. Si lo hacemos, podemos llevarnos desagradables sorpresas.

Los niños no se traumatizan con el sexo si les transmitimos amor y naturalidad. Al contrario: la prohibición, coacción, ocultación o muestra del sexo como algo sucio y pecaminoso genera traumas y rebeldía.

No hay nadie como los padres para saber cuándo su hijo está preparado para tener relaciones sexuales sanas, siempre que lo conozcan bien y la comunicación sea fluida.

Hay que saber poner límites para que los hijos no tengan relaciones sexuales sin estar preparados. Si les inculcamos valores y una educación sexual sana y realista desde pequeños, no hace falta imponer nada.

Abordar un problema a tiempo evita males mayores. Si esperamos, el resultado será peor.

Los niños crecerán con seguridad si hay una buena comunicación desde la infancia. Será su guía para enfrentarse a la vida y prevenir riesgos en las relaciones sexuales.

La cercanía con los hijos es imprescindible. Hay que aguantar el ‘chaparrón’ de la rebeldía propia de la adolescencia. En momentos cruciales, recordarán las palabras y buen criterio de sus padres.

No hay que meterles miedo en temas de sexualidad, pero deben saber que existen riesgos. Conocer es prevenir.

Si hay problemas, debemos estar ahí para ayudarles. Hacer que se sientan culpables sólo aporta temor y más dolor del que ya les causa esa situación de por sí.

Puedes escribirme a gentesaludableradio@gmail.com. Hasta la próxima.


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