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martes, 11 de agosto de 2015

¿Matrimonio gay?



Los prejuicios sexuales están hoy en día por todos lados. Es difícil combatirlos o suavizarlos, ya que como todo prejuicio, tiene un arraigo sociocultural que pasa de generación en generación.
 
La unión civil entre homosexuales, ha sido el tema de las últimas semanas en el mundo entero. Muchos miran y critican con gran escándalo, otros lo aplauden y así transcurren las jornadas noticiosas. 

Matrimonio proviene del latín matrimonium, “matri” “monium”: carga, gravamen de la madre o de la frase “matrem muniens” que significa: defensa o protección de la madre.

Si empezamos por aquí, por la raíz de esas luchas, entendemos que inicialmente el concepto “matrimonio” no puede ser usado para hablar sobre esas uniones. Está concebido como una protección a la mujer por parte del hombre a través de dicha práctica.

Ciertamente es un importante logro para una comunidad numerosa en este caso, en Estados Unidos, sin embargo, cabe preguntarnos: ¿lograr la unión civil legal soluciona los problemas de discriminación, persecución y exclusión que Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI) afrontan en el mundo entero?

En mi experiencia particular como periodista y ahora como sexóloga, los jóvenes quienes se me acercan con la total confianza de llegar a puerto seguro con sus angustias, coinciden en su mayoría en que sus problemas graves y reales son: aceptación y/o persecución familiar; auto-aceptación; experimentación o transición de un género a otro; problemas legales en el caso de los Trans y sus documentos; baja autoestima, depresión, ideas suicidas, estrés, ansiedad, culpa, entre otros. Hasta ahora, por ninguna parte ha aparecido entre sus principales preocupaciones y padecimientos, el tan anhelado “matrimonio”.

Básicamente pienso que la lucha en torno a las uniones civiles legales, es una forma de intentar un reconocimiento formal con leyes de por medio, que en otras instancias y sectores no han podido lograr durante tantos años, por diversos factores.

En las entrevistas testimoniales de mis alumnos de Educación Sexual de la Universidad Católica Santa Rosa, que se han publicado en este periódico los días lunes y martes desde hace 3 semanas, me llama particularmente la atención, que al menos, el joven homosexual y los dos jóvenes travesti, entrevistados en diversas zonas de Caracas, sin conocerse entre sí, coincidan en un punto, común en los 3, casi exacto al momento de relatarlo: “la comunidad LGTBI ha sido la primera que ha luchado contra mí para no verme triunfar”.

Esa necesidad constante de aceptación y reconocimiento, pareciera entonces que se desborda y se proyecta también entre sus pares. La envidia y la rivalidad, en una comunidad que debería estar unida en pro de luchas comunes, es el plato del día y es cuando notas que muchos, resienten de su propio entorno por no sentirse tampoco identificados e integrados. 

El trabajo real, más que legal es psicológico, mental. Depurar esa necesidad de buscar reconocimiento y aceptación a la que se han sometido tras largas décadas por la presión social, moral, etc., y empezar una vivencia más transparente y honesta de sus preferencias sexuales sean cuales sean. En la medida en que se respeten, integren, valoren, así serán vistos en el entorno.
Por lo pronto, sigue siendo muy difícil, lo vivo a diario como sexóloga (estudiante aún) y católica, desligar la idea social que tiene la gente del “gay”, que inmediatamente lo identifica como “loca”. La confusión latente sobre las prácticas travestis y sus tendencias sexuales. La idea de que “todos los homosexuales son violadores de niños o viceversa”. Los mitos sobre los Trans, “que es culpa de los padres porque cuando estaban embarazados pensaban que era niña y la llamaban como niña en la barriga y resultó ser un varón”. La falsa creencia que apunta a que si llevas a tu hija lesbiana a un psicólogo “se va a enderezar”, etc. 

La diversidad existe, es una realidad que ya no se puede seguir tapando con un dedo. Cada vez que te pase por la mente juzgarlos, detente 1 segundo a pensar: ¿ese muchacho será feliz?, ¿esa muchacha tendrá que comer?, ¿ese joven se sentirá amado?, ¿habrá logrado enamorarse alguna vez? Estas preguntas básicas pero muy sensibles te ayudaran a recordar, en primer lugar que son humanos. En segundo lugar, que sufren mucho (en su mayoría), porque son rechazados hasta por sus propias madres o viven con el miedo de ser descubiertos. Y en tercer lugar porque “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Juzgar nunca ha sido bueno, ni antes de Cristo, ni después de Cristo ni en ningún lugar habitado por humanos. Juzgar es una tarea pendiente para la humanidad deshumanizada moderna, que señala con un dedo pero se olvida que los otros 4 dedos de la mano lo señalan a él mismo.

Ni juzgo ni aplaudo la unión civil gay. Solo desearía que esa misma lucha con esa misma fuerza se emprendiera para lograr, por ejemplo, un sistema de salud que atienda las necesidades de este sector en cuanto a prevención, sexualidad sana, crecimiento personal, así como también tratamientos para las Infecciones de transmisión sexual, VIH, entre otros.

Como familiares y amigos nos queda mucho camino por andar. Son seres que con amor y guía pueden lograr incluirse, abandonar prácticas promiscuas y ser felices. No discrimines, no rechaces, no señales. Tiende tu mano y no seas cómplice del bullying. 



Para cualquier comentario, escríbeme: gentesaludableradio@gmail.com. Sonríe siempre.

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