Reconciliarte
contigo mismo y con el país, estos días parece algo de misión imposible.
Ciertamente uno hace intentos importantes para empezar el año con un sentir
diferente, distinto, con ánimo, entusiasmo, optimismo; sé que todos hacemos
esos esfuerzos, incluso día a día, cuando no tenemos ganas de levantarnos de la
cama, cuando nos sentimos deprimidos o desmotivados, estoy consciente de esto,
y por eso decido abrir así mi columna de hoy.
Cada
cosa que les digo es escrita desde Caracas, Venezuela, con pleno sentido y
padecimiento de lo que ocurre a diario en nuestro entorno, lo que leemos en las
noticias y lo que vivimos a veces en carne propia. Dios nos cuide a todos.
Mi
sensación desde hace tiempo, que se ha intensificado estos días, es de miedo,
mucho miedo, casi paralizante, en especial en las noches, en el silencio,
cuando muchas imágenes vienen a tu mente, sobre ti, sobre tu familia; imágenes
casi siempre angustiantes, dolorosas. En esas horas solo siento mucha empatía
con todos, porque estoy segura que no soy la única que se ve invadida por estas
sensaciones.
Los
primeros días, el calor y el insomnio se apoderaron de mí, quitándome el sueño
por completo, solo podía pegar los ojos, cuando la luz del día se acercaba, así
trabaja la mente, nuestro principal saboteador. Luz del día, para mi mente y
organismo, es sinónimo de tranquilidad o de mayor resguardo que la noche que lo
esconde todo.
Esto
lo pude soportar mientras estuve de receso decembrino, pero cuando la rutina
vuelve de nuevo, es prácticamente insostenible levantarte a trabajar sin haber
dormido o descansado nada. Justamente el día de la muerte de Mónica Spear y su
ex esposo, hecho conocido por todos, esa noche fue el pico de la montaña del
caos dentro de mi mente y mi corazón. Ella le puso cara conocida a todos los
que sufren y padecen a diario de la muerte injusta e inesperada de alguien amado. Esa noche, luego de un baño
para relajarme, al poner la sábana sobre mí, me inundó una llamarada de calor
que prácticamente ahogaba, sofocante, acompañado de imágenes apocalípticas en
mi mente. Estoy segura que pueden imaginar lo que les describo.
Y
justo en ese momento, descubrí, dos cosas poderosas que sin duda te cambian la
vida cuando dejas de leerlas en libros o escucharlas en motivadores y las
aplicas en ti mismo para salvarte. El poder de la mente y el corazón unidos,
trabajando juntos para combatir el miedo y la incertidumbre.
La
primera, fue la que literalmente me salvó de un ataque de pánico. Recordé que
siempre tengo un rosario de madera en mi mesita de noche, muy lindo que compré
en algún artesano alguna vez; y a oscuras tendí la mano hasta conseguirlo y
empecé a orar, no a rezar, a orar, a hablar con Dios prácticamente en un
empujón de palabras que ni yo misma recuerdo pero que poco a poco fueron
disminuyendo su velocidad y fueron ayudando a calmar mi ritmo cardíaco y por su
puesto a todo mi sistema nervioso que estaba a punto del colapso. Este primer
descubrimiento ratificado es “El poder de la oración”. Sea de la religión que
seas, si nos vamos al tema teológico, todas las religiones coinciden en la FE
como principio básico y fundamental, en el abandono completo en tu dios, porque
él te cuida y te salva. Ciertamente no es tipo empresa aseguradora de “yo te
rezo para que me salves”, simplemente es “yo rezo y creo en ti, confío en que
me guardarás del mal”. Entonces, orar en momentos de angustia y desesperación
será un bálsamo entero, en especial para la mente que usualmente tiene mucho
control y así el corazón sana y no duele.
El
segundo descubrimiento que va de la mano del primero es “Sustituir un
pensamiento malo por uno bueno” o dos o tres buenos, mientras más pensamientos
buenos, más adiestras a la mente para que trabaje a tu favor. Esa noche
mientras oraba con desespero cada pensamiento horrible que venía a mi mente,
abría los ojos y rápidamente lo cambiaba por uno nuevo y bueno, si era algo
apocalíptico o de muerte de alguna persona, en el instante veía a la misma
persona sonriendo y brincando de alegría. Así me trabajé esa noche y poco a
poco, con calma y con fe, conseguí la paz y el sueño. No recuerdo en qué
momento me quedé dormida, solo sé que al despertarme estaba muchísimo más
calmada y objetiva ante todo lo que me rodea, cosa que además me permitió
retomar mi rutina y actividades y sobre todo mis anhelos.
Durante
el día retomé mi cuadernito de metas para el 2014, si no lo has hecho estás a
tiempo, y releyendo cada cosa anotada allí me conecté de nuevo conmigo misma,
con mis deseos y mis sueños y una mayor calma empezó a invadirme. Otras ideas
para este año me vinieron a la mente y las anoté y así avivé todas las cosas
que están dentro de mí, que pertenecen a mi tesoro más preciado que son tus
sueños y tu esperanza que NADA ni NADIE, te puede robar.
Sé
que es duro y difícil, que la realidad golpea con puño cerrado pero, si estás
aún aquí, con vida, leyendo esto, aún tienes cosas por las que debes luchar.
Luchar como un guerrero o guerrera. Como estamos caracterizados los
venezolanos, nunca nos damos por vencidos, siempre un paso adelante. Eso sí,
con la responsabilidad de ser y convertirte cada día en una mejor persona y
ayudar a tu entorno a que sea cada vez mejor ser humano y ciudadano, entre
todos, podemos.
Ahora
puedes acompañarme de lunes a viernes a las 7:00AM por Meridiano TV, en mi
programa Gente Saludable TV. Los espero. Hasta la próxima. Sonríe siempre.
Escríbeme
a gentesaludableradio@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario