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martes, 7 de enero de 2014

Año nuevo, corazón nuevo

Afortunadamente he pasado una navidad, un fin de año y un inicio de año, como tenía hace mucho sin pasarlo. Para los periodistas, los diciembres terminan siendo como para los comerciantes, un mes de muchísimo trabajo.

Cuando era reportera de calle para la televisión siempre había mucho trabajo, cubrir ventas de fuegos artificiales, eventos musicales, actos políticos, sin contar los diciembres en los que hay elecciones y todo parece más raro de lo que usualmente es en Venezuela. En esos años, que fueron 9, siempre trataba de convencer a mis jefes, de hacer algún trabajo del pesebre y del verdadero sentido de la navidad, que por suerte era visto con buenos ojos, y además noticioso, y yo lograba salirme con la mía de hacer algo que verdaderamente me gustaba en esa época.

Luego que decidí cambiarme de trabajo a algo “más tranquilo”, a los 6 meses de “tranquilidad” fui sorprendida con un ascenso que me llevó a uno de los retos más grandes de mi vida profesional. Tenía mucha responsabilidad por el trabajo en sí mismo y además por manejar un grupo de profesionales exitosos y competentes. Aquí tampoco tuve mucha tranquilidad en mis dos diciembres ahí, era una de esas empresas en las que el mes de diciembre es uno de los más importantes del año, así que, trabajo y más trabajo.

Como todo ciclo cierra por convicción o a empujones, este cerró a empujones pero, hoy a tan solo dos meses de haber cerrado el ciclo, estoy segura que no me alcanzarán los días de mi vida para dar Gracias a Dios por haberme empujado tan durísimo a poner esa cadena y ese candado.

En mi adultez plena, no había tenido posibilidad de vivenciar con tanta profundidad una navidad como ésta. Aún la vivo, todo está muy a flor de piel, sin embargo, me aventuré a escribir de esto ya que, paradójicamente he estado tan metida en este vivenciar que los temas de salud en mi mente tuvieron como un pause y le estoy dando permiso a mi mente para conectarse con mi corazón y empiece a sanar y cerrar ciclos y procesos antiguos, profundos y que necesitan ponerse su mejor pinta junto con un lacito, montarse en el barco y partir.

Si bien es cierto que diciembre parece ser un mes en el que el silencio se vende carísimo, en estos poquitos días libres que he podido disfrutar, gracias a Dios y a la generosidad de las personas con las que hago equipo, he logrado tener momentos importantes en los que, además del silencio, me he conseguido con que dentro de mi hay un borbotón de preguntas que buscan respuesta, respuesta espiritual que es la más difícil de todas. Borbotón es como un caldero grande, humeante, hirviendo y con muchísimas burbujas. Pero sin angustia. Quizás ese caldero en otra oportunidad me habría angustiado mucho pero en este momento, doy gracias porque la angustia no llegó sola, vino con una maleta de confianza y de fe, y estoy segura que todo estará bien.

Quizás también sea de las pocas optimistas que quedan por estos lados, aunque en medio de ese pensamiento optimista, que se repite en mi frecuentemente estos días, hoy, el día que escribo esta columna de estos silenciosos de enero, sonó el teléfono de la casa, era un familiar para dar el feliz año y entre sus deseos dijo “este año será exitoso para todos, estoy segura, fe y confianza”. Se me hizo un nudo en la garganta y dentro de mi dije “Enhorabuena, no soy la única ilusa”. Luego trancamos y me quedé pensando qué rumbo darle a esta columna.

Si de algo estoy segura, sin ánimos de señalar ni criticar y me voy a incluir, esa constante búsqueda que tenemos en todos lados, incluso en la adivinación, las cartas, etc., es básicamente la búsqueda de la paz interior, de sentir paz, de abandonar la angustia y el miedo. Es cierto que no se resuelve únicamente con fe y confianza, por las razones del entorno que todos conocemos, pero como dicen por ahí “la paz empieza por uno mismo”. Esos detalles trillados pero ciertos que rezan “si no te comes la luz verás como al de al lado, en un 80% le dará pena comérsela solo”; “si no quieres ver la calle sucia, no eches el papel por la ventana”; “si no quieres que tu hijo le pegue a sus amigos en el colegio, no le pegues tú a él en casa”, entre otros más, que si tú, yo, el vecino, el amigo del vecino, el maestro, el obrero, el policía, el del kiosco, si todos nos ponemos de acuerdo en ir aplicándolos, les aseguro que nuestra sociedad será distinta y mejor. Y lo bueno se convierte en una cadena, así como lo malo se ha convertido en una cadena. El bien combate el mal.

Hay muchas otras cosas que quisiera escribir aquí pero aún están muy frescas en este proceso que vivo y no quiero dañarlas escribiendo sobre cosas que aún están muy nuevas en mí y que no se ni ponerles palabras aún. Sin embargo, quise introducir el tema, deseando que alguno de ustedes mis lectores, esté pasando por el mismo proceso y me acompañe y deseando también que quien se sienta perdido, desorientado, en esa constante búsqueda en la que andamos en los últimos tiempos, se sienta acompañado también en estas palabras y animados a entregarse con fe y confianza a su dios.

Gracias por su compañía a través de estos años en el diario La Región, ahora podemos acompañarnos de lunes a viernes a las 7:00AM por Meridiano TV, con mi programa Gente Saludable TV. Los espero. Hasta la próxima. Sonríe siempre.



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