Quiero compartirles hoy y en la próxima columna, algunas frases de la
conocida exhortación apostólica “El evangelio de la alegría” hecho por el Papa
Francisco. Te pido que lo leas liberado de prejuicios. Aunque no seas católico
o creyente en la iglesia, aquí se exponen ideas que tú y cualquier habitante de
este mundo puede usar en su vida diaria para promover la unión, la paz y la
solidaridad.
Estas frases son solo un respiro, oxígeno en medio de tantas cosas en
nuestro país y en el mundo. Es necesario tomarnos un espacio para reflexionar,
pensar, vaciar nuestra mente, recargar ideas y volver al ruedo. Aquí te las
dejo.
- El gran riesgo del mundo actual,
con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista
que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres
superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en
los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los
pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su
amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.
- Hay cristianos cuya opción parece
ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del
mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras.
Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz
que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo.
- Puedo
decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida
son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse.
- Llegamos a ser plenamente humanos
cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más
allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el
manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor
que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de
comunicarlo a otros?
- La comunidad evangelizadora se
mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias,
se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando
la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor
a oveja» y éstas escuchan su voz.
- Sueño con una opción misionera
capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los
horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce
adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la
autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral
sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más
misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva
y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida
y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca
a su amistad.
- Dado
que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una
conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las
sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más
fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la
evangelización.
- En su constante discernimiento, la
Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente
ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la
historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no
suele ser percibido adecuadamente. Pueden ser bellas, pero ahora no prestan el
mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de
revisarlas. Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber
sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza
educativa como cauces de vida.
- A los sacerdotes les recuerdo que
el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la
misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible. Un pequeño
paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que
la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar
importantes dificultades.
- La
Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los
demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin
rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la
ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para
acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del
hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese,
pueda entrar sin dificultad.
- Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero,
debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Hoy
y siempre, «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio», y la
evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino
a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre
nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos.
En la próxima columna continuamos con
otras frases, si tienes algún comentario, escríbeme a gentesaludableradio@gmail.com. Y
también puedes seguirnos en tuiter e instagram @gentesaludable. Sonríe siempre.
Hasta la próxima.
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