Nos quedamos en este tema la semana pasada y aquí retomamos.
Voy a tocar por encima un tema que no viene al caso pero que
necesito para ponerles un ejemplo y es la infidelidad. Más allá de las razones
o no, soy de las que piensa que una pareja es 100% rescatable después de un
cuadro de infidelidad cuando ambos deciden retomar y trabajan en eso. Está
demostrado en psicoterapia, que las parejas que van a consulta para
recomponerse de una situación como esta, logran volverse más unidos, mejoran su
sexualidad y todo se torna más profundo que antes del episodio. ¿Por qué ocurre
esto?
La respuesta es sencilla, no sabemos intimar, los problemas y la
rutina nos come, y nos vamos desenchufando. Sí, desenchufando. Cuando nos
enamoramos muchos de nuestros sistemas mentales, físicos y emocionales se unen
invisiblemente para que así se logre la sensación de que juntos podemos
comernos el mundo. El día a día y los conflictos no solucionados, hacen que
todas esas conexiones se vayan desenchufando poco a poco, una a una. No nos da
ganas de hacer el amor. Andamos empillamados sin bañarnos todo el fin de
semana. Uno de los dos hace ejercicios todo el día y llega a dormir, etc. El
desenchufe es lo que hace que la crisis nos explote en la cara y ni siquiera la
veamos venir.
El enchufe o re-enchufe como yo le llamo, debe ocurrir a diario. Así
como vivimos alerta ante cualquier cosa de nuestra rutina, ¿por qué bajamos la
guardia con nuestra relación?
“Lo único seguro es el cielo y a veces cuando chaparronea parece que
se cae” es de mis frases favoritas y auto-inventada. La actitud alerta nos va a
permitir detectar cualquier detalle que no esté marchando bien y tomar los
correctivos de cambio a tiempo. Reconstruir una relación es doloroso para ver
luz al final del túnel, construirla día a día, debe ser la meta de ambos cuando
se decide convivir en pareja. No solo me refiero a vivir bajo el mismo techo,
si no, a esas parejas actuales que deciden tener una relación con mediano
compromiso y que existe mucha emocionalidad en juego.
La intimidad sana y asertiva es honrar al compañero con sus defectos
y virtudes, gustos y disgustos. Es una decisión en la que mi todo decide, de
forma manifiesta o no, aceptar y respetar el todo de la pareja y se promete
disfrutar al máximo de cada segundo de intimidad. Disfrutar sin atadura, miedo,
tabú, prejuicio. Explorar y sorprenderse como niño. Oler, saborear, oír, tocar
hasta empezar de nuevo. Que sea un disfrute sensorial que los compenetre cada
día más.
La intimidad, inevitablemente hay que conversarla, los disfraces,
los juguetes sexuales, también, si no en una conversación explicita, al menos
en una que te permita detectar lo que le va a gustar y lo que no. Algunas cosas
las vas a descubrir sobre la marcha ciertamente, pero hay detalles
fundamentales como el sexo anal, el uso de trajes, típicos de las fantasías
masculinas; el uso de amarraderas o esposas; el salir de la cama y hacerlo en
otros espacios, entre otros, que deben conversarse y llegar a un consenso.
Algunos quizás no sean negociables, otros se darán en medio de los encuentros
apasionados y otros se darán producto de planes ideados para ser disfrutados
entre ambos.
Lo primordial para unos y otros en entender que este tema es serio e
importante. Que puedes tener en casa lo que buscas fuera. Que dentro de ese
hombre o de esa mujer, hay alguien caliente que siempre va a querer despertar y
sentirse libre con la persona que ama. No hay nada más terrible e ilógico que
le des tu amor a una persona, y tu deseo a otra. Cuando juntas ambos, los
resultados son explosivos.
El deseo y el amor, juntos en el sexo, la sexualidad, la sensualidad
y la intimidad, primero que nada te regalan paz, esa sensación de que cuando
estás ahí con esa persona no necesitas nada más. No hablo de enamoramiento,
hablo de paz en cuerpo y mente. Te regala libido y deseo, ver a tu pareja
inventando cosas para ti, poniéndose cada día más provocativo, es una bomba de
excitación constante, se regalan un código de complicidad en el que su mirada
te dirá “ya estoy preparando la próxima sorpresa para ti”. Te regala
tranquilidad mental, el esconder el teléfono o contestarlo a escondidas es una
situación muy estresante, sin contar lo costoso que es mantener a dos o tres
amantes. Y sin duda te regala felicidad, esa sensación de que no necesito nada
más ni a nadie más porque aquí, contigo, todo lo tengo. “Tienes lo que quiero”,
como dijo alguien por ahí alguna vez. Y cuando uno consigue a alguien que tiene
lo que uno quiere, te lo quieres quedar o no?
Esto también aplica para aquellas parejas que ya tienen muchos años
juntas. Quizás ustedes que me leen con ventipico de años de casados estarán
pensando que pueden darme clases con teoría y practica de lo que yo vengo
reflexionando aquí. Seguro que sí. Los años y la costumbre hacen estragos en la
mayoría de las parejas. La agenda sexual e íntima es casi una necesidad. Con
hijos ya grandes, agendar una escapada de hotel o un viaje a solas de fin de
semana con frecuencia, será una experiencia maravillosa.
Para todos, honra y respeta a esa persona que decide compartir
contigo su cuerpo y su energía. Cada encuentro de intimidad es un momento
sagrado del que derivan maravillas. Hónralo y disfrútalo a plenitud.
Sonríe siempre. Hasta la próxima.
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