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jueves, 17 de octubre de 2013

Intimidad feliz (II)

Nos quedamos en este tema la semana pasada y aquí retomamos.

Voy a tocar por encima un tema que no viene al caso pero que necesito para ponerles un ejemplo y es la infidelidad. Más allá de las razones o no, soy de las que piensa que una pareja es 100% rescatable después de un cuadro de infidelidad cuando ambos deciden retomar y trabajan en eso. Está demostrado en psicoterapia, que las parejas que van a consulta para recomponerse de una situación como esta, logran volverse más unidos, mejoran su sexualidad y todo se torna más profundo que antes del episodio. ¿Por qué ocurre esto?

La respuesta es sencilla, no sabemos intimar, los problemas y la rutina nos come, y nos vamos desenchufando. Sí, desenchufando. Cuando nos enamoramos muchos de nuestros sistemas mentales, físicos y emocionales se unen invisiblemente para que así se logre la sensación de que juntos podemos comernos el mundo. El día a día y los conflictos no solucionados, hacen que todas esas conexiones se vayan desenchufando poco a poco, una a una. No nos da ganas de hacer el amor. Andamos empillamados sin bañarnos todo el fin de semana. Uno de los dos hace ejercicios todo el día y llega a dormir, etc. El desenchufe es lo que hace que la crisis nos explote en la cara y ni siquiera la veamos venir.

El enchufe o re-enchufe como yo le llamo, debe ocurrir a diario. Así como vivimos alerta ante cualquier cosa de nuestra rutina, ¿por qué bajamos la guardia con nuestra relación?

“Lo único seguro es el cielo y a veces cuando chaparronea parece que se cae” es de mis frases favoritas y auto-inventada. La actitud alerta nos va a permitir detectar cualquier detalle que no esté marchando bien y tomar los correctivos de cambio a tiempo. Reconstruir una relación es doloroso para ver luz al final del túnel, construirla día a día, debe ser la meta de ambos cuando se decide convivir en pareja. No solo me refiero a vivir bajo el mismo techo, si no, a esas parejas actuales que deciden tener una relación con mediano compromiso y que existe mucha emocionalidad en juego.

La intimidad sana y asertiva es honrar al compañero con sus defectos y virtudes, gustos y disgustos. Es una decisión en la que mi todo decide, de forma manifiesta o no, aceptar y respetar el todo de la pareja y se promete disfrutar al máximo de cada segundo de intimidad. Disfrutar sin atadura, miedo, tabú, prejuicio. Explorar y sorprenderse como niño. Oler, saborear, oír, tocar hasta empezar de nuevo. Que sea un disfrute sensorial que los compenetre cada día más.

La intimidad, inevitablemente hay que conversarla, los disfraces, los juguetes sexuales, también, si no en una conversación explicita, al menos en una que te permita detectar lo que le va a gustar y lo que no. Algunas cosas las vas a descubrir sobre la marcha ciertamente, pero hay detalles fundamentales como el sexo anal, el uso de trajes, típicos de las fantasías masculinas; el uso de amarraderas o esposas; el salir de la cama y hacerlo en otros espacios, entre otros, que deben conversarse y llegar a un consenso. Algunos quizás no sean negociables, otros se darán en medio de los encuentros apasionados y otros se darán producto de planes ideados para ser disfrutados entre ambos.

Lo primordial para unos y otros en entender que este tema es serio e importante. Que puedes tener en casa lo que buscas fuera. Que dentro de ese hombre o de esa mujer, hay alguien caliente que siempre va a querer despertar y sentirse libre con la persona que ama. No hay nada más terrible e ilógico que le des tu amor a una persona, y tu deseo a otra. Cuando juntas ambos, los resultados son explosivos.

El deseo y el amor, juntos en el sexo, la sexualidad, la sensualidad y la intimidad, primero que nada te regalan paz, esa sensación de que cuando estás ahí con esa persona no necesitas nada más. No hablo de enamoramiento, hablo de paz en cuerpo y mente. Te regala libido y deseo, ver a tu pareja inventando cosas para ti, poniéndose cada día más provocativo, es una bomba de excitación constante, se regalan un código de complicidad en el que su mirada te dirá “ya estoy preparando la próxima sorpresa para ti”. Te regala tranquilidad mental, el esconder el teléfono o contestarlo a escondidas es una situación muy estresante, sin contar lo costoso que es mantener a dos o tres amantes. Y sin duda te regala felicidad, esa sensación de que no necesito nada más ni a nadie más porque aquí, contigo, todo lo tengo. “Tienes lo que quiero”, como dijo alguien por ahí alguna vez. Y cuando uno consigue a alguien que tiene lo que uno quiere, te lo quieres quedar o no?

Esto también aplica para aquellas parejas que ya tienen muchos años juntas. Quizás ustedes que me leen con ventipico de años de casados estarán pensando que pueden darme clases con teoría y practica de lo que yo vengo reflexionando aquí. Seguro que sí. Los años y la costumbre hacen estragos en la mayoría de las parejas. La agenda sexual e íntima es casi una necesidad. Con hijos ya grandes, agendar una escapada de hotel o un viaje a solas de fin de semana con frecuencia, será una experiencia maravillosa.

Para todos, honra y respeta a esa persona que decide compartir contigo su cuerpo y su energía. Cada encuentro de intimidad es un momento sagrado del que derivan maravillas. Hónralo y disfrútalo a plenitud.

Sonríe siempre. Hasta la próxima.



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