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jueves, 17 de octubre de 2013

Intimidad feliz (I)


No se en qué momento llega la intimidad con alguien pero tarde o temprano llega. Entiendo que uno se hace conciente de esa llegada, en especial, luego de procesos individuales satisfactorios, que te llevan a entender y disfrutar la intimidad, sin limitaciones.


 
Las parejas rompen en hoy en día por varios factores, los dos principales: 1) no quieren luchar ante cualquier problema y la única solución es el divorcio. 2) No saben intimar ni de intimidad.

El coito es el principal problema de nuestras sociedades antiguas y actuales. El “meterlo y sacarlo” como un asunto mecánico. Las películas pornos nos enseñan que la excitación de ambos es prácticamente inmediata y el orgasmo es estruendoso y exagerado, el “meterlo” es prácticamente inmediato al encuentro y las posiciones son infinitas sin que ninguno de los dos se canse, se fastidie o se irrite. Esta historia ha ido dañando las mentes familiares de generación en generación, sin contar la actualidad que los adolescentes ven y aprenden solitos en Internet ya que los padres están muy ocupados y llenitos de tabúes como para encargarse de la educación sexual de los chamos, así que ante esto, el panorama sexual es bastante desalentador.

La intimidad y la sexualidad son un todo infinito que permite el abordaje de la pareja desde todos los puntos inimaginados y más. Cuando una pareja decide conciente o inconcientemente superar las barreras sociales de la intimidad, para crear las propias, explorarlas y disfrutarlas, los resultados son equivalentes a protagonizar tu propia película porno, y lo mejor, dentro de tu casa con tu pareja.

Una caricia en el cuello, una ducha nocturna juntos, masajes en los pies, un abrazo suave, actividades domésticas sin ropa, planes no-rutinarios una vez por semana, y más, forman parte de esta intimidad de 360 grados que trato de dibujarles en mi columna de hoy.

Los hombres usualmente no dan el primer paso por muchas razones. El chip de meterlo es muy poderoso, es instintivo, prácticamente animal, así que hacerles entender que las cosas pueden ser distintas y muy placenteras, lleva su tiempo. Sin gritos, ni criticas, ni reclamos, simplemente enseñarles el camino. Otra razón, es que cuando ellos imaginan planes B, mayoritariamente son muy subidos de tono y temperatura, su conexión con el morbo y la libido ocurre desde lo visual, excitante y llamativo, y les da pena proponerlo a su amante si éste aún no ha tenido la iniciativa (trajes, juguetes, aceites, etc.). Y una tercera razón, entre muchas, me atrevería a decir que simplemente a veces no están interesados en esperar; para ellos la excitación, la erección ocurre tan rápido que, si es un encuentro meramente sexual, puede no interesarles más que eso.

Las mujeres tampoco llevan las de ganar en el primer paso por razones igual de poderosas que las de los hombres. El aspecto emocional es lo primero, todo conecta desde allí para nosotras, así sea un mero encuentro casual, cada cosa que queremos que pase ahí tiene en nuestra mente un fin “que le guste” “que no se olvide de esto nunca” “que se lo hice mejor que nadie” “que vuelva”, etc., nuestro cerebro naturalmente funciona distinto pero con el empujón de la sociedad de que “hay que llegar virgen al matrimonio” y “una esposa digna de su esposo no se compra esas cosas con poquitíca tela”, vamos de mal en peor; si logramos aventurarnos en la vida sexual y sensual, vivimos con el remordimiento que nos mata y escondiendo todo para que no nos encuentren nada mal parado. Otra razón que se une con esto es que, nos da pena, vergüenza, miedo que nuestra pareja nos vea en la intimidad representando papeles con algún traje o implementos y de entrada nos rechace y nos etiqueten de fácil o prostituta, se han visto casos, prefieren buscarla afuera que tenerla en casa. Una razón más, es nuestro chip de que el hombre debe hacerlo todo y llevar siempre la batuta, con esa idea nos quedamos tiesas en la cama, mientras la pareja consigue la posición más aburrida posible para terminar todo rápido.

Y así, entre una cosa y otra, una mentira auto-inventada y miedos traspasados en el ADN de todas las generaciones posibles, nos enfrentamos a una vida intimida bastante pobre e indeseable, nadie quiere acostarse el resto de su vida con un hombre que solo quiera “el misionero” ni con una mujer que quiera hacerlo con las luces apagadas todo el tiempo.

Voy a tocar por encima un tema que no viene al caso pero que necesito para ponerles un ejemplo y es la infidelidad. Más allá de las razones o no, soy de las que piensa que una pareja es 100% rescatable después de un cuadro de infidelidad cuando ambos deciden retomar y trabajan en eso. Está demostrado en psicoterapia, que las parejas que van a consulta para recomponerse de una situación como esta, logran volverse más unidos, mejoran su sexualidad y todo se torna más profundo que antes del episodio. ¿Por qué ocurre esto?

La respuesta es sencilla, no sabemos intimar, los problemas y la rutina nos come, y nos vamos desenchufando. Sí, desenchufando.


Vamos a hacer una pausa en la mejor parte, se nos acaba el espacio y debemos continuar la próxima semana, este tema nos encanta y al escribir se nos quedó corto, los espero el próximo domingo. Sonríe siempre. 

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