No se en qué momento llega la intimidad con alguien pero tarde o
temprano llega. Entiendo que uno se hace conciente de esa llegada, en especial,
luego de procesos individuales satisfactorios, que te llevan a entender y
disfrutar la intimidad, sin limitaciones.
Las parejas rompen en hoy en día por varios factores, los dos
principales: 1) no quieren luchar ante cualquier problema y la única solución
es el divorcio. 2) No saben intimar ni de intimidad.
El coito es el principal problema de nuestras sociedades antiguas y
actuales. El “meterlo y sacarlo” como un asunto mecánico. Las películas pornos
nos enseñan que la excitación de ambos es prácticamente inmediata y el orgasmo
es estruendoso y exagerado, el “meterlo” es prácticamente inmediato al
encuentro y las posiciones son infinitas sin que ninguno de los dos se canse,
se fastidie o se irrite. Esta historia ha ido dañando las mentes familiares de
generación en generación, sin contar la actualidad que los adolescentes ven y
aprenden solitos en Internet ya que los padres están muy ocupados y llenitos de
tabúes como para encargarse de la educación sexual de los chamos, así que ante
esto, el panorama sexual es bastante desalentador.
La intimidad y la sexualidad son un todo infinito que permite el
abordaje de la pareja desde todos los puntos inimaginados y más. Cuando una
pareja decide conciente o inconcientemente superar las barreras sociales de la
intimidad, para crear las propias, explorarlas y disfrutarlas, los resultados
son equivalentes a protagonizar tu propia película porno, y lo mejor, dentro de
tu casa con tu pareja.
Una caricia en el cuello, una ducha nocturna juntos, masajes en los
pies, un abrazo suave, actividades domésticas sin ropa, planes no-rutinarios
una vez por semana, y más, forman parte de esta intimidad de 360 grados que
trato de dibujarles en mi columna de hoy.
Los hombres usualmente no dan el primer paso por muchas razones. El
chip de meterlo es muy poderoso, es instintivo, prácticamente animal, así que
hacerles entender que las cosas pueden ser distintas y muy placenteras, lleva
su tiempo. Sin gritos, ni criticas, ni reclamos, simplemente enseñarles el
camino. Otra razón, es que cuando ellos imaginan planes B, mayoritariamente son
muy subidos de tono y temperatura, su conexión con el morbo y la libido ocurre
desde lo visual, excitante y llamativo, y les da pena proponerlo a su amante si
éste aún no ha tenido la iniciativa (trajes, juguetes, aceites, etc.). Y una
tercera razón, entre muchas, me atrevería a decir que simplemente a veces no
están interesados en esperar; para ellos la excitación, la erección ocurre tan
rápido que, si es un encuentro meramente sexual, puede no interesarles más que
eso.
Las mujeres tampoco llevan las de ganar en el primer paso por
razones igual de poderosas que las de los hombres. El aspecto emocional es lo
primero, todo conecta desde allí para nosotras, así sea un mero encuentro
casual, cada cosa que queremos que pase ahí tiene en nuestra mente un fin “que
le guste” “que no se olvide de esto nunca” “que se lo hice mejor que nadie”
“que vuelva”, etc., nuestro cerebro naturalmente funciona distinto pero con el
empujón de la sociedad de que “hay que llegar virgen al matrimonio” y “una
esposa digna de su esposo no se compra esas cosas con poquitíca tela”, vamos de
mal en peor; si logramos aventurarnos en la vida sexual y sensual, vivimos con
el remordimiento que nos mata y escondiendo todo para que no nos encuentren
nada mal parado. Otra razón que se une con esto es que, nos da pena, vergüenza,
miedo que nuestra pareja nos vea en la intimidad representando papeles con
algún traje o implementos y de entrada nos rechace y nos etiqueten de fácil o
prostituta, se han visto casos, prefieren buscarla afuera que tenerla en casa.
Una razón más, es nuestro chip de que el hombre debe hacerlo todo y llevar
siempre la batuta, con esa idea nos quedamos tiesas en la cama, mientras la
pareja consigue la posición más aburrida posible para terminar todo rápido.
Y así, entre una cosa y otra, una mentira auto-inventada y miedos
traspasados en el ADN de todas las generaciones posibles, nos enfrentamos a una
vida intimida bastante pobre e indeseable, nadie quiere acostarse el resto de
su vida con un hombre que solo quiera “el misionero” ni con una mujer que
quiera hacerlo con las luces apagadas todo el tiempo.
Voy a tocar por encima un tema que no viene al caso pero que
necesito para ponerles un ejemplo y es la infidelidad. Más allá de las razones
o no, soy de las que piensa que una pareja es 100% rescatable después de un
cuadro de infidelidad cuando ambos deciden retomar y trabajan en eso. Está
demostrado en psicoterapia, que las parejas que van a consulta para
recomponerse de una situación como esta, logran volverse más unidos, mejoran su
sexualidad y todo se torna más profundo que antes del episodio. ¿Por qué ocurre
esto?
La respuesta es sencilla, no sabemos intimar, los problemas y la
rutina nos come, y nos vamos desenchufando. Sí, desenchufando.
Vamos a hacer una pausa en la mejor parte, se nos acaba el espacio y
debemos continuar la próxima semana, este tema nos encanta y al escribir se nos
quedó corto, los espero el próximo domingo. Sonríe siempre.
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