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viernes, 24 de mayo de 2013

El cigarrillo: historias de ex fumadores (I)




Todos los años escuchamos tipo radio prendido, una y otra, como el “cuento del gallo pelón” ¿lo recuerdan? Todo ese asunto de que el cigarrillo es malo, nocivo, que daña tus pulmones, que te resta vida, y una infinidad de etcéteras.

En esta oportunidad, conocí a Lina Andrade, ella vive en Píritu estado Anzoátegui, en Venezuela, tiene actualmente 36 años y 4 hijos: Carla de 16, Kike de 13, Carlos Augusto de 9 y Jean Carlos de 6 años. Ella nos contó su historia de fumadora que se extendió a lo largo y ancho de 13 años “descontando los embarazos” dice ella, ya que en cada embarazo dejaba de fumar hasta que terminaba de amamantar a sus bebés, luego inmediatamente volvía.

A los 14 años, por moda, comenzó el vicio a escondida de sus padres, en el liceo, luego lo continuó porque sentía calma ante la ansiedad. A los 18 años se casó con el padre de sus cuatro hijos, fumador también y a los 20, ya la pequeña Carla venía en camino “apenas supe que estaba embarazada de cada uno de mis hijos paraba el cigarrillo”.

“El cigarro era la muleta que me calmaba para seguir, mi calmante a tanta presión, mi resguardo, mi escudo. Todo lo arreglaba con un cigarrillo y un café. Mi calmante a la presión diaria, el trabajo (agente inmobiliario), la familia, la presión que existía y la que yo misma me creaba. A veces te estresas sin motivos o buscas algo para estresarte, a todo eso yo le huía con un cigarro”. Cuenta Lina con palabras precisas como si estuviera hablando de su mejor amigo o de su peor enemigo.

Hace 6 años, un día cualquiera, sin esperarlo o esperándolo silenciosamente con las súplicas a Dios en la cúspide de los labios, su esposo, luego de estar 6 meses enfermo con problemas de hipertensión y cardiovasculares en general, le sobrevino un infarto que lo apartó de su familia, en noviembre de 2006. “Imagínate, todo se derrumbó, todo quedó en negro, se acabó el color. Era el mejor padre que un niño podía tener, un amigo excelente de esos comprometidos, era un excelente ser humano; sus hijos y yo éramos su tesoro, era amante de su familia”.

Lina, al principio no vinculó directamente la muerte de su esposo con el cigarrillo, estuvo en evasión durante un largo tiempo. “Realmente nunca culpé al cigarrillo, cuando eres fumador no quieres asociarlo a nada tan terrible. Además que te imaginarás que el cigarrillo se volvió para mi más indispensable, fumé con mayor intensidad a partir de su muerte durante un año más; pero luego atravesé por mi propia guerra psicológica interna, hacía ejercicios y cuando terminaba me fumaba mis cigarrillos”.

Su vida dio un giro, el pequeño Jean Carlos tenía apenas 1 mes de nacido y ella no pudo seguir amamantándolo por su profunda depresión, se refugió en el cigarrillo “para mi era imposible dormir, fumaba al menos de 3 a 3 cajas y media al día. Aproximadamente a los dos meses, después de que paso la primera tormenta, la muerte, el velorio, el entierro, el aceptar que no llegará, decidí que todo tenía que empezar a cambiar”.

Es así como Lina nos cuenta cómo empezó a cambiar su historia a través del ejercicio “Empecé a caminar, caminaba 1 hora u hora y media, así que empecé a bajar el consumo de cigarrillo ya que estaba más cansada y por ende podía dormir durante la noche, llegaba de caminar a las 6am, desayunaba, tomaba café y fumaba algunos cigarrillos durante el día. De pronto decidí ponerle un stop por 5 meses, tiempo en el que aproveché de amamantar a Jean Carlos ya que la leche nunca dejó de salir y luego retomé el cigarrillo”.

Cuando Jean Carlos tenía 3 años de edad, Lina afrontó de cerca la muerte por cáncer de pulmón, de un amigo muy cercano, Claude Drouin, a quien tuvo que cuidar en sus últimos momentos. Estando ella presente, él falleció en un conato de tos y ahí fue cuando determinantemente decidió abandonar el cigarrillo. “Me vi ahí reflejada, me imaginé a mis niños pasando por eso y me dije: Hasta hoy, hasta hoy cualquier mal habito que tenga en mi vida, por mi y por ellos”.

Dejar el cigarrillo es solo cuestión de voluntad, así lo afirma Lina con su testimonio “Ya tengo casi 4 años sin tocar ni un cigarrillo y no lo evito, simplemente decidí que mi vida vale más que nada y me di cuenta que Dios me ama tanto que me regaló 4 hijos para cuidárselos y un nuevo amor para que me acompañe”.

Lina, la guerrera de esta historia, conoció a Frank en el 2007 pero no fue si no, hasta el 2010 que iniciaron una relación y en el 2011 se casaron. “Es un ex.fumador, muy sano, creo que ahora eso sería un impedimento a la hora de escoger pareja. Frank llegó nos conocimos largo tiempo pero en poco logró convertirse en mi ángel y el de mis hijos”.



“Tenemos una alimentación sana, somos casi vegetarianos, deportistas todos, estamos a favor de la salud, reconocemos que es la única manera de estar mucho más tiempo juntos y pasándola bien. Mi hija habla mucho con sus amigos fumadores para hacerlos reaccionar. Diariamente nos aprovechamos en cada momento que podemos estar juntos. Nos consideramos un gran y bello equipo”.

“Dejar el cigarrillo me hizo RESPIRAR con tanta facilidad, es maravilloso, hay mayor agilidad. Ya no tengo ese olor horrible que te queda en las manos, cabello y aliento. Hoy por hoy me cuesta pensar cómo vivía yo con ese olor, siempre supe que eso era feo. Emocionalmente me siento libre, boté la muleta, el cigarrillo es un grillete que reconoces que lo tienes cuando lo dejas”.

Agradecida inmensamente con Lina Andrade @LinaAndrade1412 por regalarme su historia. Hasta la próxima.



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