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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ama a tus hijos




En nuestro ritmo de vida actual se hace cada día más imprescindible formarnos como padres y madres de manera que esto se vea reflejado en la crianza de hijos exitosos y sanos física, intelectual y emocionalmente.

Cuando uno es pequeño, tan sólo un niño en edad inicial, los padres son lo máximo, unos héroes capaces de conquistar el mundo entero, son nuestros ídolos, lo más grande que tenemos, por eso los niños se forman o se deforman a la imagen y semejanza de sus padres. Ellos son como unas esponjitas que absorberán absolutamente todo, como loritos repetirán todo, y de adolescentes y adultos se comportaran tal cual como vieron el desempeño en su casa. Si hubo amor, unión, hermandad, estabilidad, paz, tranquilidad, ellos serán con bastante seguridad buenos estudiantes, buenos amigos, buenos hijos, seres amigables, sanos mentalmente, y se les verá sonreír con frecuencia. Si por el contrario su ambiente de crecimiento y maduración es hostil, de peleas, conflictos, desengaños, infidelidades, mentiras, su hijo será sin duda el reflejo de eso, tendrá problemas para relacionarse con su entorno, le costará mucho encontrar el rumbo de su vida, tendrá odio y resentimiento hacia sus padres y podrían pasar una temible factura de rebeldía y caos.

Es decir, tú papá, tú mamá que lees esto debes estar consciente que pelear entre ustedes delante de tus hijos les hace un daño gravísimo; debes estar claro que si dejaste a tu pareja, es sumamente dañino para tu hijo que le hables mal del papá o la mamá o lo alejes, por el contrario, deben entender, desde hoy y para siempre que el niño, NECESITA, la figura de papá y mamá, de ambos, cada uno con sus roles, para crecer sano, sano de mente, de espíritu y físicamente. Si su hijo es enfermizo, no rinde en el colegio, se le pierden las cosas, pasa todo el día frente al televisor y no lo puedes controlar, pregúntense: ¿qué estamos haciendo mal?

Quiero presentarles a continuación un extracto del blog pediatraymama.blogspot.com de la pediatra Morella Martínez que nos aporta datos interesantes sobre este tema:

La sociedad establece parámetros de perfección desde que nacemos y como parte de esta constante exigencia, los padres, nos vemos muchas veces en la obligación de someter a nuestros hijos a frecuentes presiones sobre cómo ser y cómo comportarse. La primera información que piden todos al nacer un bebé es ¿Cuánto pesó?, ¿Cuánto midió? Y luego viene el cuánto come, cómo duerme, si es tranquilo, si ya camina, si ya habla, si ya dejó el pañal, si sabe leer, si sabe escribir, sus notas, todo acerca de lo que se piensa es “destacar”. Los hijos son un reflejo de sus padres, de su familia pero no deben sentirse usados como “trofeos” o ejemplares de competencia. Lo más importante es forjar una buena autoestima desde muy pequeños, comprendiendo y aceptando su propio ritmo de desarrollo, de personalidad, de gustos. Todos tenemos virtudes y talentos a desarrollar, el amor y el respeto durante la formación son fórmula infalible para lograr revelarlos.
Un niño que reciba desde el principio mensajes positivos a diario, cariño y aceptación será un joven y adulto seguro de sí mismo, respetuoso y capaz. Es importante saber que el desarrollo neuropsicoemocional tiene rasgos de normalidad amplios y que un niño sano, con su adecuado control pediátrico merece paciencia y respeto sobre su propio progreso corporal, emocional, lingüístico y social.
Si tiene alguna duda sobre cómo está creciendo y desarrollándose su hijo, la mejor forma de aclararlo es acudiendo regularmente a su control médico; cada individuo es diferente y a pesar de la existencia de tablas, cuadros y escalas, su pediatra lo conocerá y ubicará dándole el alerta si algo le llama la atención. Usted ocúpese de estimularlo desde que nace con caricias, juegos, palabras, canciones y actividades que lo ayuden en forma natural y divertida a lograr explotar todo su potencial.
Ningún niño es igual a otro ni se comporta de la misma manera, ni siquiera hermanos o gemelos. Lo bello de los seres humanos es la gran diversidad que enriquece tanto nuestra especie.
Decirle a los hijos “te amo”, “te quiero”, “tú puedes hacerlo”, “lo lograste”, “muy bien”, son mensajes positivos que lo ayudaran a superar dificultades y al desarrollo de la resiliencia, a estimarse a sí mismos y a valorar a los demás. Mensajes negativos como: “tú eres malo”, “malcriado”, “no sabes hacerlo”, “no vas a poder”, “te portas terrible”, lo hacen inseguro y pueden fijarle estos malos conceptos sobre sí mismo. Trate de sustituir el “te vas a caer” con un “ten cuidado que puedes caerte”, si lo dice como una afirmación es bastante probable que el niño se caiga y evite luego el “te lo dije” en vez de consolarlo por un golpe y explicarle por qué le sucedió para que comprenda y evite hacerlo de nuevo.

Cambie el “no puedes” por un “sigue intentándolo, cuando estés más grande te ayudaré a lograrlo”. “Te portaste muy mal” por “hoy no te comportaste bien”, “no me agradó cómo te comportaste allí” o “tú sabes portarte mucho mejor”. Trate de no comparar a su hijo “mira que bien se porta fulanito y en cambio tú eres malo”. Para cada padre su hijo es y será siempre el mejor, pero lo importante es que haga lo posible por que ese niño se siente EL MEJOR y viva siempre para lograrlo: feliz, aceptado y respetado.
El amor por los hijos nunca es demasiado y sus instintos le ayudarán a superar el rol más difícil y hermoso que tenemos: ser PADRES.

Sonrían siempre. Gente Saludable, Gente como tú.

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