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jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Mentiritas blancas o negras?

Si eres de esos que acostumbras decir mentiras blancas o no puedes evitar responder con una información falsa ante cualquier cosa que te pregunten, debes activar tus alarmas puedes sufrir de algo denominado Mitomanía.

Es un trastorno psicológico que se caracteriza por mentir de forma compulsiva y patológica. Se cambia o falsifica la realidad constantemente para hacerla más soportable para la persona misma o para el entorno que le rodea. Para la persona mitómana decir falsedades es un hábito, su día a día algo normal y común, se vuelve tan frecuente que no logran diferenciar cuando inventan algo, simplemente sus mentiras se convierten en sus realidades. Suelen inventar cosas increíbles o grandiosas para lograr mayor simpatía entre los que le rodean y/o ganar prestigio. No todo es color de rosa, algunos mienten para manipular o hacer daño.

Estas personas desdibujan la idea que tienen sobre sí mismos y la magnifican con ideas de grandeza, se crean una auto imagen con una historia y se la creen. Suelen ser paranoicos.

Algunos especialistas de salud mental la catalogan como una enfermedad, otros simplemente aseguran que es una patología caracterizada por el impulso irrefrenable que tienen ciertas personas al mentir. No es algo inofensivo, estas personas sufren efectos negativos que afectan también a sus familiares y amigos.

Pierde credibilidad en lo social, nadie toma en serio nada de lo que diga, familiares desconfían de ellos y los amigos terminan aislándolos de los grupos.

Esto empeora aún más cuando los mitómanos se dedican a hechos delictivos, roban, estafan etc., su forma delictiva es engañar a las víctimas con sus mentiras y logran conseguir bienes o dinero. Por eso siempre que hagamos un negocio o trámite es importante preguntar a varias personas sobre la reputación de la empresa o del vendedor.

Especialistas desglosan la palabra de esta manera: manía, que es la preocupación caprichosa por un tema o situación determinada, y mito, que es un relato donde hay partes de una realidad histórica y otras de leyenda.

Según el psicólogo y psiquiatra mexicano Sergio Escobedo, “esta conducta surge por la incapacidad de lograr una madurez emocional, incluso neurológica, que impide a un individuo ubicarse en un marco de realidad”.

En la infancia, existen etapas comunes de fantasías, se imagina y se piensan cosas que van construyendo la personalidad del niño, sin embargo, es usual que los adultos del entorno a medida que la edad va aumentando, le indiquen cosas como: “no brinques en la cama”, “no le pegues a las niñas”, “comparte las galletas” entre otros, lo que le permite ir madurando y aprendiendo a discernir entre lo correcto e incorrecto. Algunos no atraviesan esta etapa y de esa forma inmadura llegan a la adultez con grandes deseos de llamar la atención para sentirse útil, importante, llamativo, querido.

Resalta el especialista Escobedo que el individuo atraviesa por un problema de baja autoestima que lo impulsa a esta situación, “Ante la incapacidad de reconocer cualidades o recursos reales, se inventan, se hace una ficción para amedrentar al mundo y así reducir el temor que se siente por la realidad. El mitómano tiene una tendencia muy encubierta de una sensación de impotencia, de carencia”.

Un diagnóstico de mitomanía puede darse con mayor certeza a los 18 años de edad cuando ya el joven debe alcanzar la madurez propia “dentro de la gama de diagnósticos existen los trastornos ficticios, que es donde encontramos fundamentalmente al mentiroso crónico. Son cuadros en los que, por ejemplo, se inventa alguna enfermedad y se trata de obtener algo a favor de esta situación. No es como en la somatización, donde hay síntomas físicos que son producto de una dinámica interna, sino que se busca una ganancia externa de forma conciente, como lograr incapacidades médicas” destacó.

Con respecto a los niños ocurren situaciones interesantes, en ocasiones los padres señalan que son distraídos, mentirosos, inquietos, no siguen instrucciones etc., y es un hogar que debe estudiarse y analizarse. Observar cómo se comportan los padres en el entorno familiar, cómo ayudan a los niños en el proceso de maduración, si los tratan adecuadamente de acuerdo a sus edades, si existe una óptima relación afectiva que les permita crecimiento y evolución adecuada; además revisar la visión que tiene los hijos de los padres, para detectar si su conducta es una forma de drenar odio o ira en contra de algunas actitudes familiares.

Usualmente el paciente no se da cuenta que tiene un problema porque esta convencido de sus mentiras y de la historia que se inventa, sin embargo, en ocasiones podrían tener puntos de quiebre en los que observa la distancia que marcan sus familiares y amigos por sus constantes engaños e incumplimientos y logran buscar ayuda. A veces su propio entorno lo impulsa a acudir a algún especialista.

Para el tratamiento el especialista aborda una fase de diagnóstico y exploración que permita revisar conductas y el estilo de vida del paciente con el avance lo importante “es establecer una alianza de trabajo en la que se demuestra al paciente el costo que le está trayendo su enfermedad; se le debe hacer entender que hay cosas que ve muy normales, pero en realidad son expresiones del problema” expresó.

Este proceso se abordará con especial paciencia para evitar que el paciente se sienta acorralado y huya de las terapias, la intención es lograr evolución positiva. Sonríe siempre. Hasta la próxima.

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