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jueves, 3 de julio de 2014

Esclerosis múltiple



El 28 de mayo se celebró el día mundial de la Esclerosis Múltiple. La difusión de información detallada de esta enfermedad sin cura definitiva, es fundamental para realizar un diagnóstico temprano y aplicar el tratamiento más óptimo que mejore la calidad de vida del paciente.


Es una enfermedad autoinmunitaria que afecta el cerebro y la médula espinal (sistema nervioso central).


La esclerosis múltiple (EM) afecta más a las mujeres que a los hombres. El trastorno se diagnostica con mayor frecuencia entre los 20 y 40 años de edad, pero se puede observar a cualquier edad. Es causada por el daño a la vaina de mielina, la cubierta protectora que rodea las neuronas. Cuando esta cubierta de los nervios se daña, los impulsos nerviosos disminuyen o se detienen.


El daño al nervio es causado por inflamación, la cual ocurre cuando las células inmunitarias del propio cuerpo atacan el sistema nervioso. Esto puede ocurrir a lo largo de cualquier área del cerebro, el nervio óptico o la médula espinal.


No se sabe exactamente qué hace que esto suceda. El pensamiento más frecuente es que los culpables son un virus o un defecto genético, o ambos. Es posible que intervengan factores ambientales.


Usted es ligeramente más propenso a contraer esta enfermedad si tiene antecedentes familiares de EM o vive en una parte del mundo donde ésta es más común.


Los síntomas varían porque la localización y magnitud de cada ataque puede ser diferente. Los episodios pueden durar días, semanas o meses. Los ataques van seguidos de períodos de reducción o ausencia de los síntomas (remisiones). La fiebre, los baños calientes, la exposición al sol y el estrés pueden desencadenar o empeorar los ataques.


Es común que la enfermedad reaparezca (recaída). Sin embargo, puede continuar empeorando sin períodos de remisión.


Los nervios en cualquier parte del cerebro o la médula espinal pueden resultar dañados. Debido a esto, los síntomas de la esclerosis múltiple pueden aparecer en muchas partes del cuerpo.


Síntomas musculares: pérdida del equilibrio; espasmos musculares; entumecimiento o sensación anormal en cualquier área; problemas para mover los brazos y las piernas; problemas para caminar; problemas con la coordinación y para hacer movimientos pequeños; temblor en uno o ambos brazos o piernas y debilidad en uno o ambos brazos o piernas.


Síntomas vesicales e intestinales: estreñimiento y escape de heces; dificultad para comenzar a orinar; necesidad frecuente de orinar; urgencia intensa de orinar y escape de orina (incontinencia).


Síntomas oculares: visión doble; molestia en los ojos; movimientos oculares rápidos e incontrolables; pérdida de visión (usualmente afecta un ojo a la vez); entumecimiento, hormigueo o dolor; dolor facial; espasmos musculares dolorosos y sensación de picazón, hormigueo o ardor en brazos y piernas.


Otros síntomas cerebrales y neurológicos: disminución del período de atención, de la capacidad de discernir y pérdida de la memoria; dificultad para razonar y resolver problemas; depresión o sentimientos de tristeza y mareos o pérdida del equilibrio; hipoacusia.


Síntomas sexuales: problemas de erección y problemas con la lubricación vaginal.


Síntomas del habla y de la deglución: lenguaje mal articulado o difícil de entender y problemas para masticar y deglutir.

La fatiga es un síntoma común y molesto a medida que la EM progresa y con frecuencia es peor al final de la tarde.


Los síntomas de la esclerosis múltiple pueden simular los de muchos otros trastornos neurológicos. La enfermedad se diagnostica descartando otras afecciones.


El médico puede sospechar de esclerosis múltiple si hay disminución en el funcionamiento de dos partes diferentes del sistema nervioso central (como los reflejos anormales) en dos momentos diferentes.


No se conoce cura para la esclerosis múltiple hasta el momento, pero existen tratamientos que pueden retardar el progreso de la enfermedad. El objetivo del tratamiento es controlar los síntomas y ayudar a mantener una calidad de vida normal.


Los medicamentos con frecuencia se toman durante un tiempo prolongado y pueden abarcar: medicamentos para retrasar la enfermedad; los esteroides se pueden utilizar para disminuir la gravedad de los ataques y medicamentos para controlar los síntomas como los espasmos musculares, los problemas urinarios, la fatiga o los problemas del estado de ánimo.


Lo siguiente también puede servir para las personas con EM: fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional y grupos de apoyo; dispositivos asistenciales, como sillas de ruedas, montacamas, sillas para baños, caminadores y barras en las paredes; un programa de ejercicio planificado a comienzos del trastorno; un estilo de vida saludable, con una buena nutrición y suficiente descanso y relajación; evitar la fatiga, el estrés, las temperaturas extremas y la enfermedad; cambios en lo que se come o bebe si hay problemas para deglutir; hacer cambios en torno a la casa para prevenir caídas; trabajadores sociales u otros servicios de asesoría que lo ayuden a hacerle frente al trastorno y conseguir ayuda y vitamina D u otros suplementos, previa consulta médica. 


Fuente: www.nlm.nih.gov.

Sonríe siempre.

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