La crianza, en nuestra sociedad actual, aunque usted no lo
crea, cobra cada día más peso y valor. Nuestros niños violentos y reactivos
solo gritan por mayor atención y amor de sus padres. Nos preguntamos: ¿Por qué
es tan rebelde? Te has preguntado tu: ¿Le doy amor suficiente? La crianza es
nuestro tema de hoy.
La mujer aporta al hogar la atención y cuidado de las
personas, la comprensión, y la preocupación constante por los demás, así como
el cuidado de las relaciones con la familia extensa y los amigos. Ofrece la
calidez y ternura que necesitan los niños y que se expresa en constantes
muestras de afecto y atenciones. El varón ayuda a descubrir la identidad de los
hijos varones y afirma la feminidad de las hijas. Es el ejemplo de fortaleza,
de resolver problemas y de sacar la familia adelante a pesar de las
dificultades.
Las mujeres tiene muy clara su misión en la familia, pero a
veces lo varones no asumen realmente su función paterna. Y esto es importante
porque el involucramiento del padre evita el “infantilismo e inmadurez crónica”
según el siquiatra Aquilino Polaino-Lorente.
Indica, además, que “el vínculo padre-hijo proporciona al
niño que crece, la seguridad que tanto necesita. Le da confianza en sí mismo,
elemento clave en el que se apoya toda su autoestima. El hijo, tras la
exigencia del padre –que siempre debe ser exigencia amorosa – descubre que
puede hacer más de lo que hace, que alguien confía en él y espera algo de él.
Se siente valioso, pues si no lo fuera, su padre no le pediría nada”.
Algunas investigaciones provenientes de la Universidad de
Newcastle, del Institute for American Values y la Heritage Foundation advierten
sobre los efectos que causa la ausencia del padre, producto del divorcio, la
separación o la maternidad en soltería. La falta del padre en el hogar supone para
los niños perder protección física, compañía, afecto, además de un modelo
masculino para los hijos varones. La
ausencia del padre se relaciona también con la delincuencia y el consumo de
drogas entre los jóvenes, así como con el fracaso escolar.
La maternidad en soltería, cuando es buscada de manera
intencional, revela un individualismo egoísta que cosifica al hijo, al
convertirlo en un objeto de deseo, que satisface la necesidad personal de
compañía. La dignidad de cada hijo, exige que padre y madre le reciban y
eduquen con amor, en el núcleo estable del matrimonio.
Los tiempos actuales son exigentes para las familias, pues
la mayoría de padres y madres deben trabajar fuera del hogar. Algunas barreras
sociales como las jornadas laborales, la falta de incentivos para la
maternidad, podrían superarse, si el padre, consciente de su papel de primer
educador, se anima a compartir las tareas del hogar con su esposa.
No es posible que sólo la mujer asuma la parte “dura” de la
educación y crianza (corregir, seguir el rendimiento escolar, organizar la
casa); y el hombre se conforme con “relajar” o “divertir” a los niños. Aquellos hombres que se sienten “liberados”
de la carga de criar a sus hijos, en el fondo están privados de la verdadera
madurez que supone sacar adelante un hogar, y se pasan su vida en un “limbo de
perpetua adolescencia egoísta”.
El amor se representa o se sustenta en acciones concretas
como: el respeto, es decir, darle valor a los criterios, deseos y gustos del
niño o la niña. En “ponerse en sus zapatos”, para entender sus necesidades y la
forma en que empiezan a percibir el mundo que les rodea.
Se debe dar ejemplo: es importante pedir a los y las niñas
conductas que seamos capaces de cumplir,
como por ejemplo: no gritar para transmitir las ideas, no utilizar apodos
hirientes, no mentir, ser generosos y solidarios/as, ser tolerantes y
comprensivos con los demás, resolver los problemas de forma inteligente y no de
forma agresiva o violenta; en otras palabras, practicar los valores que
nosotros queremos inculcar y fortalecer en ellos/as.
Debemos establecer una relación de confianza y cercanía con
nuestros hijos e hijas, tratar de ser lo más comunicativos posible y así crear
las condiciones para que ellos/as lo sean con nosotros.
Hay que evitar formas autoritarias de corregir y más bien
utilizar el diálogo que permita que nuestros hijos/as sientan que cuentan con
apoyo, protección y comprensión.
Es importante dedicar tiempo para realizar juegos de
calidad, en casa son muchos los que pueden inventarse de forma creativa que
incrementen el tiempo que los padres comparten con sus hijos.
Ahora ustedes se preguntarán ¿qué pasa con la disciplina o
los llamados límites? Pues ciertamente, esto es un aspecto fundamental en la
educación y crianza de nuestros hijos e hijas, y debe entenderse como una
oportunidad para que puedan crecer siendo perseverantes y asumiendo las
responsabilidades de sus actos y decisiones. La disciplina nunca debe ser
impuesta ni los límites asociados con el maltrato físico y/o emocional de un
niño o niña. Lograr que un niño/a acoja una norma de comportamiento, debe ser
producto de que entienda el por qué y para qué existe esa norma, de lo
contrario lo verá como una imposición o arbitrariedad que le desafía.
Fuentes: Con extractos de un artículo publicado por la Mgtr.
Gloria Huarcaya del Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de
Piura. Perú.
www.ninosfelicesyseguros.com.
Si quieres sugerirnos algún tema, puedes escribirnos a
gentesaludableradio@gmail.com. Hasta la próxima. Sonríe siempre.
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