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jueves, 13 de junio de 2013

Crianza de a dos


La crianza, en nuestra sociedad actual, aunque usted no lo crea, cobra cada día más peso y valor. Nuestros niños violentos y reactivos solo gritan por mayor atención y amor de sus padres. Nos preguntamos: ¿Por qué es tan rebelde? Te has preguntado tu: ¿Le doy amor suficiente? La crianza es nuestro tema de hoy.

La mujer aporta al hogar la atención y cuidado de las personas, la comprensión, y la preocupación constante por los demás, así como el cuidado de las relaciones con la familia extensa y los amigos. Ofrece la calidez y ternura que necesitan los niños y que se expresa en constantes muestras de afecto y atenciones. El varón ayuda a descubrir la identidad de los hijos varones y afirma la feminidad de las hijas. Es el ejemplo de fortaleza, de resolver problemas y de sacar la familia adelante a pesar de las dificultades.

Las mujeres tiene muy clara su misión en la familia, pero a veces lo varones no asumen realmente su función paterna. Y esto es importante porque el involucramiento del padre evita el “infantilismo e inmadurez crónica” según el siquiatra Aquilino Polaino-Lorente.

Indica, además, que “el vínculo padre-hijo proporciona al niño que crece, la seguridad que tanto necesita. Le da confianza en sí mismo, elemento clave en el que se apoya toda su autoestima. El hijo, tras la exigencia del padre –que siempre debe ser exigencia amorosa – descubre que puede hacer más de lo que hace, que alguien confía en él y espera algo de él. Se siente valioso, pues si no lo fuera, su padre no le pediría nada”.



Algunas investigaciones provenientes de la Universidad de Newcastle, del Institute for American Values y la Heritage Foundation advierten sobre los efectos que causa la ausencia del padre, producto del divorcio, la separación o la  maternidad en soltería.  La falta del padre en el hogar supone para los niños perder protección física, compañía, afecto, además de un modelo masculino para los hijos varones.  La ausencia del padre se relaciona también con la delincuencia y el consumo de drogas entre los jóvenes, así como con el fracaso escolar.



La maternidad en soltería, cuando es buscada de manera intencional, revela un individualismo egoísta que cosifica al hijo, al convertirlo en un objeto de deseo, que satisface la necesidad personal de compañía. La dignidad de cada hijo, exige que padre y madre le reciban y eduquen con amor, en el núcleo estable del matrimonio.

Los tiempos actuales son exigentes para las familias, pues la mayoría de padres y madres deben trabajar fuera del hogar. Algunas barreras sociales como las jornadas laborales, la falta de incentivos para la maternidad, podrían superarse, si el padre, consciente de su papel de primer educador, se anima a compartir las tareas del hogar con su esposa.

No es posible que sólo la mujer asuma la parte “dura” de la educación y crianza (corregir, seguir el rendimiento escolar, organizar la casa); y el hombre se conforme con “relajar” o “divertir” a los niños.  Aquellos hombres que se sienten “liberados” de la carga de criar a sus hijos, en el fondo están privados de la verdadera madurez que supone sacar adelante un hogar, y se pasan su vida en un “limbo de perpetua adolescencia egoísta”.

El amor se representa o se sustenta en acciones concretas como: el respeto, es decir, darle valor a los criterios, deseos y gustos del niño o la niña. En “ponerse en sus zapatos”, para entender sus necesidades y la forma en que empiezan a percibir el mundo que les rodea.

Se debe dar ejemplo: es importante pedir a los y las niñas conductas que  seamos capaces de cumplir, como por ejemplo: no gritar para transmitir las ideas, no utilizar apodos hirientes, no mentir, ser generosos y solidarios/as, ser tolerantes y comprensivos con los demás, resolver los problemas de forma inteligente y no de forma agresiva o violenta; en otras palabras, practicar los valores que nosotros queremos inculcar y fortalecer en ellos/as.

Debemos establecer una relación de confianza y cercanía con nuestros hijos e hijas, tratar de ser lo más comunicativos posible y así crear las condiciones para que ellos/as lo sean con nosotros.

Hay que evitar formas autoritarias de corregir y más bien utilizar el diálogo que permita que nuestros hijos/as sientan que cuentan con apoyo, protección y comprensión.

Es importante dedicar tiempo para realizar juegos de calidad, en casa son muchos los que pueden inventarse de forma creativa que incrementen el tiempo que los padres comparten con sus hijos.

Ahora ustedes se preguntarán ¿qué pasa con la disciplina o los llamados límites? Pues ciertamente, esto es un aspecto fundamental en la educación y crianza de nuestros hijos e hijas, y debe entenderse como una oportunidad para que puedan crecer siendo perseverantes y asumiendo las responsabilidades de sus actos y decisiones. La disciplina nunca debe ser impuesta ni los límites asociados con el maltrato físico y/o emocional de un niño o niña. Lograr que un niño/a acoja una norma de comportamiento, debe ser producto de que entienda el por qué y para qué existe esa norma, de lo contrario lo verá como una imposición o arbitrariedad que le desafía.

Fuentes: Con extractos de un artículo publicado por la Mgtr. Gloria Huarcaya del Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de Piura. Perú.  www.ninosfelicesyseguros.com.


Si quieres sugerirnos algún tema, puedes escribirnos a gentesaludableradio@gmail.com. Hasta la próxima. Sonríe siempre.

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