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¿Qué nos sucede cuando nos enamoramos?
El amor se
ha concebido como un éxtasis vertiginoso que nos brinda momentos de felicidad
apasionada, euforia, excitación, risa y satisfacción; implica formas de
sentirse aceptado y entendido totalmente. El amor provoca obsesiones,
apasionamiento, encaprichamiento, centra la atención en una pareja específica,
conservando tiempo y energía, por lo que se ha denominado «la más poderosa
motivación humana».
¿Qué es el amor? ¿Cómo podemos diferenciarlo del mero encaprichamiento?
El amor es una relación exclusiva, pero no excluyente, en la que han de darse dos
elementos: uno es la predisposición al amor hacia la otra persona, que se da en
las etapas del deseo del
otro (flechazo) y del amor romántico; y dos, el compromiso de hacer crecer
esa relación de exclusividad con el otro en la etapa del apego. El
encaprichamiento estaría caracterizado por un sentimiento apasionado muy
profundo, con una gran obsesión por
el otro en la que todo gira a la emoción pero no se establece ningún
avance hacia el apego, es decir, no se establece compromiso de hacer
crecer y evolucionar la relación.
¿Es natural que el ser humano quiera vivir en pareja?
Hay que hacer una distinción en querer tener pareja
y querer vivir en pareja. La primera hace referencia a la búsqueda de esa
sensación de éxtasis que produce la sensación de amar y sentirse amado, las llamadas mariposillas en el estómago,
propias del deseo y el amor romántico, donde los sentimientos y las emociones gobiernan
nuestra persona en la búsqueda de las sensaciones placenteras intensas. Querer
tener pareja es constituir «un tú y
un yo». Sin embargo, aunque la evolución lógica es querer vivir en pareja,
no siempre es lo que realmente se persigue ya que vivir en pareja supone perder gran parte de nuestra individualidad al
construir un «nosotros» a partir de ese «tú y yo», y la tendencia hedonista del
ser humano en la actualidad tiende más a lo primero.
¿Cuánto dura el
enamoramiento?
Diversos
estudios se han propuesto delimitar exactamente cuándo desaparece lo que se
conoce como amor romántico. La mayor parte de investigaciones delimitan un
periodo que comprende entre los cuatro y los siete años. La
idea de la duración de los siete años procede de la antropología dado que es el
tiempo que se tarda en procrear y criar un niño que puede valerse por sí mismo,
mientras que los cuatro años señalan el tiempo en que dejan de liberarse en el
cerebro sustancias como la dopamina, la feniletilamina, serotonina o norepinefrina, propias de la primera
fase del enamoramiento. Pero ello no termina de explicar por completo por qué
de buenas a primeras nuestra pareja puede dejar
de parecernos ese compañero ideal y perfecto.
¿Y el amor, tiene
fecha de caducidad?
El
amor tiene fecha de caducidad siempre y cuando nos quedemos en las etapas del
deseo y el amor romántico, es decir, en la predisposición, ya que todo está
basado en los sentimientos y los sentimientos son siempre efímeros. Sin
embargo, si a partir de esa predisposición se evoluciona hacia el apego, es
decir, la pareja se compromete
a hacer crecer la
relación, todo empieza a girar en torno al crecimiento. En el camino
hacia el apego, los sentimientos iniciales irán evolucionando hacia otros
sentimientos en los que generan situaciones apacibles, de calma, paz, seguridad,
complicidad y unión, de pareja duradera. Los sentimientos iniciales evolucionan hacia nuevos
sentimientos que incorporan a los anteriores. De esta manera, aunque los
sentimientos iniciales parece que desaparecen por la evolución, siempre están
presentes ya que, en el compromiso de crecimiento de la pareja, los
sentimientos nunca llegan
a extinguirse. Es aquí donde podríamos considerar que el amor no tendría fecha de caducidad.
Pero para ello no hay que dormirse en los laureles y a la pareja hay que
«ligársela» toda la vida.
¿Cómo influyen en el
amor la convivencia, el matrimonio y los compromisos?
El
gran peligro de haber llegado a una situación de convivencia es que la pareja
empieza a compartir una serie de rutinas,
pero que esas rutinas pueden evolucionar hacia la monotonía y
luego al hastío. La pervivencia del romanticismo está íntimamente
ligada con la capacidad de alargar ese momento de conocimiento de uno mismo que
había caracterizado al enamoramiento. La participación conjunta en nuevas y
excitantes actividades representaría la mejor ruta para mejorar la calidad de
las relaciones largas, es decir, el mero incremento de la frecuencia de
actividades placenteras no resulta particularmente útil: lo que se necesita es novedad y variedad.
¿Cuáles son las
claves para mantener una relación sentimental duradera?
En
muchas ocasiones, cuando una pareja llega a una convivencia o al matrimonio,
sus miembros se olvidan de que a la pareja hay que seguir ligándosela todos los
días y, de esta manera, ese «nosotros» generado a partir de un «tú y un yo»,
vuelve a un nuevo «tú y yo» debido a que empezamos a tirar hacia nuestras
individualidades. Si se riega la planta todos los días la planta crece y cada vez
será más sólida.
Disfruta del amor y de tus amistades, son parte esencial de la vida. Sonríe
siempre.
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