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Unas IRM revelaron que
las personas que usan marihuana durante años tienen una corteza orbitofrontal
más pequeña de lo usual. La corteza orbitofrontal es una región en los lóbulos
frontales del cerebro que tiene que ver con la toma de decisiones y con la
evaluación de las recompensas o castigos anticipados por una acción, señaló la
autora del estudio, Francesca Filbey, del Centro de Salud del Cerebro de la
Universidad de Texas, en Dallas.
Esos usuarios regulares y
a largo plazo de la droga también experimentaban una mayor conectividad entre
regiones del cerebro en comparación con los no usuarios, ya que el cerebro
renueva sus conexiones para compensar por el encogimiento de los lóbulos
frontales, añadió Filbey, directora de Investigación sobre la Neurociencia
Cognitiva de los Trastornos de la Adicción.
"Los cambios en la
conectividad podrían considerarse como una forma de compensar la reducción en
el volumen", comentó. "Esto podría explicar por qué parece que a los
usuarios crónicos les va bien, aunque una región importante de su cerebro es
más pequeña en términos de volumen".
Los defensores de la
marihuana cuestionaron la utilidad del estudio, al anotar que los
investigadores no vincularon los cambios en el cerebro con ninguna diferencia
en la actividad cotidiana.
"Los investigadores
de este estudio no evaluaron si alguna de estas diferencias tiene una
asociación positiva con algún resultado adverso medible en el rendimiento, por
ejemplo en el rendimiento cognitivo [mental] o en la calidad de vida",
comentó Paul Armentano, subdirector de la Organización Nacional para la Reforma
de la Leyes sobre la Marihuana (NORML, por su sigla en inglés), una institución
sin fines de lucro.
"Quizá esos usuarios
de cannabis funcionan en sus vidas diarias de una forma que es indistinguible
de los controles, y si es así estas diferencias en las imágenes tienen poca, o
ninguna, significación en la vida real", dijo Armentano.
El estudio aparece en la
edición del 10 de noviembre de la revista Proceedings of the National Academy of
Sciences.
El movimiento a nivel
estatal por legalizar la marihuana en Estados Unidos ha arrojado una atención
creciente sobre la seguridad de la droga. Los votantes de Oregón y Washington,
D.C., legalizaron hace poco las ventas y la posesión de marihuana, siguiendo
los pasos de los votos sobre la legalización el año pasado en Washington y
Colorado.
Para su investigación, el
equipo de Texas estudió a 48 usuarios adultos de marihuana, comparando sus
escáneres cerebrales con los de 62 no usuarios. En promedio, los usuarios de
marihuana del estudio consumían la droga tres veces al día, y la habían
utilizado durante más o menos una década.
Los cambios en la corteza
orbitofrontal en los usuarios de marihuana quizá sucedan como resultado de que
el cerebro reduzca sus receptores de THC, el agente psicoactivo de la planta de
marihuana, dijo Filbey. "Cuanto más THC
entra en el sistema, el cerebro responde reduciendo el número de
receptores", comentó.
Los investigadores
también encontraron que los cerebros de los usuarios de marihuana, en
comparación con los no usuarios, parecían tener una mayor integridad
estructural y que las distintas áreas del cerebro parecían activarse y
responder con una mayor sincronización.
Pero esa mayor
conectividad no pareció durar a largo plazo.
"Los aumentos en la
conectividad tras el inicio del uso comienza a reducirse tras seis a ocho
años", apuntó Filbey. "No se trata de que el aumento en la
conectividad cerebral exista y persista así durante sus vidas o durante el
periodo de uso".
Lo más perturbador para
Filbey fue el hecho de que esos cambios fueran más pronunciados en las personas
que comenzaron a usar marihuana a una edad más temprana.
"Nuestra edad más
temprana de inicio fue de 14 años, y la diferencia entre los 14 y las personas
que comenzaron a usarla más tarde, en la veintena, fue realmente llamativa en
términos del grado", dijo Filbey. "Esos cambios parecen ser mucho más
significativos cuanto antes se comience a usar marihuana, y el uso en la
adolescencia temprana conduce a unos cambios mayores".
Pero los investigadores
no pudieron obtener una correlación entre algún déficit en el coeficiente
intelectual (CI) y las regiones encogidas del cerebro.
"El hecho de que
tengamos que hurgar tanto para encontrar algo, cualquier cosa, que haya pasado
en los cerebros de los usuarios probablemente sea lo más revelador de todo el
estudio", comentó Mitch Earleywine, presidente de NORML y profesor de
psicología de la Universidad Estatal de Nueva York, en Albany. "Los usuarios
de cannabis a largo plazo no parecen mostrar déficits cognitivos genuinos a
pesar de esas anomalías menores en la estructura del cerebro".
El Dr. Scott Krakower,
jefe asistente de la unidad de psiquiatría del Hospital Zucker Hillside en Glen
Oaks, Nueva York, dijo que el estudio amplía las "evidencias que respaldan
la idea de que la marihuana podría ser nociva para los humanos, sobre todo el consumo
a largo plazo. Nuestros cuerpos son muy resistentes, pero no podrán aguantar la
exposición acumulada a largo plazo", añadió Krakower.
Artículo de: www.nlm.nih.gov
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