En este justo momento ser “católica y sexóloga” ha sido motivo de ironías, burlas, dobles sentidos y una cantidad de cosas que están más del lado de la ignorancia que de la verdad. Es mi decisión de vida y eso soy “periodista, católica y sexóloga”. Aquí van mis argumentos (como si tuviera que justificarme, claro).
Todas las áreas necesitan
diversos especialistas y la religión no se escapa de eso. Expertos que guíen a
sus creyentes en temas que escapan en su mayoría de la Biblia o los textos
dogmáticos, temas que son de la vida, de la cotidianidad, del vivir en pareja,
en familia, en sociedad y que, como seres humanos necesitamos, en algunas
ocasiones, una guía puede ser espiritual, profesional o ambas.
Pues la sexualidad es un
área normal del ser humano que también está presente en los católicos y
creyentes pero que, por múltiples errores de concepto, los propios practicantes
la han anulado y los no-practicantes lo usan de burla por ignorancia.
Lo primero llegó antes
que lo segundo evidentemente, es decir, por crianza y por decisión propia de
vida soy católica, practicante y enamorada de mi religión con sus cosas malas y
buenas, yo me siento comprometida en modificar aquello que necesite
transformarse y lo hago, lo que puedo, sin embargo, debería hacer más, como
todos. Ser sexóloga es mi vocación y mi don de vida, dado por Dios, para poder
ser un instrumento que llegue a diversos sectores para ayudar y guiar. También
soy periodista, dedicada al área de salud, cubrí la fuente de comunidad y me
tocó también, con mis dones, ser la voz de muchos.
A eso venimos y para eso
estamos para usar los dones que Dios nos dio de la mejor manera posible. No
entiendo en qué parte de la historia se nos metió en la cabeza y en la doctrina
que Dios nos quiere a TODOS los creyentes 24 horas arrodillados rezando con
“cara de estampita” (como dice el Papa). Él quiere que seamos espirituales, por
supuesto que sí pero también quiere que seamos buenos y prósperos en nuestros
dones, que los utilicemos bien con el fin que nos los dio, casi siempre, el de
servir y ser útiles al prójimo. Una fe o un don ensimismado es una persona
perdida. Ni las monjas de los claustros rezan por ellas mismas, así que quién
soy yo para “ensimismarme”.
Es entonces como,
haciendo caso a mi llamado vocacional emprendí estudios de sexología en la
conocida escuela del Dr. Fernando Bianco, que tiene por nombre Centro de
Investigaciones Psiquiátricas, Psicológicas y Sexológicas de Venezuela
(CIPPSV), es una maestría en ciencias de 2 años de duración donde NO estudiamos
el “kamasutra” ni cosas superficiales que se encuentran en internet, como
muchos se han atrevido a decirme, por el contrario, estudiamos a profundidad la
sexualidad como conducta humana, la sexualidad individual y sus expresiones,
las etapas de expresión sexual a lo largo de la vida del individuo y su
comprensión y muchos otros tópicos, nada fáciles de entender de entrada, para
eso se estudia la “maestría”. Mi tesis se basa en el estudio de la sexualidad
en el síndrome de asperger, estudio pionero en Venezuela y latinoamérica. ¿Suena
fácil? No lo creo, ni lo es. Con mi estudio pretendo aportar a la comprensión y
abordaje de la sexualidad en este síndrome, en padres, maestros,
representantes, terapeutas, etc.
Me queda apenas 1
semestre de la maestría y hoy, estoy más convencida de mi fe y sus preceptos,
con la diferencia de que ahora tengo herramientas de ambos lados. Uno de mis
guías espirituales el Padre. C.L.S., me instruye, por su parte en la sexualidad
compaginada con la Palabra y su comprensión bíblica, histórica, humana. En mi
reciente sesión de estudio entendí aún más la belleza de mi fe. El Padre me
decía esto “la religión católica es la que más mantiene el sentido de conservar
la familia, la necesidad de la procreación y de que los niños tengan padre y
madre para que cada uno de los roles sean apropiados en el núcleo”, me sentí
muy identificada con eso. Crecí en una familia con sus pro y contra pero que
hicieron tanto como pudieron para que me superara y me convirtiera en una
persona noble de bien, eso se los agradezco y quiero repetirlo en mi vida
personal y de fe.
“La sexualidad cristiana
es liberadora porque exige renuncia al egoísmo, es entender que debo construir
una relación con otra persona en libertad para contar con ella, ser un equipo,
trabajar por metas en común y apoyarse en todo momento. Entre los cristianos no
podemos cosificar al ser humano para alcanzar nuestros objetivos como el
matrimonio, un hijo, el sexo, de ser así, el ser humano queda desprendido de su
humanidad”, Padre C.LS.
Estas palabras me
llegaron en lo personal ya que lamentablemente es lo que vivimos en nuestra
sociedad actual, estamos “cosificados” en casi todo y nos buscamos entre sí
según nuestras necesidades, el amor, la familia, la empatía, el trabajo en
equipo, va quedando a un lado.
Una de las soluciones es
lograr que el hombre sea un eje compuesto por: cerebro, corazón y cojones y
entenderse las 3, estar unidas y concatenadas. (No recordamos de quién es la
frase de las 3C).
Por esto y muchas razones
más me propongo llevar luz a tantos individuos y parejas creyentes que por
errores de concepto viven de manera errada y aquellos alejados de Dios y la fe
también se reconciliarán con su sexualidad de la misma manera pacífica,
sanadora y amorosa. Dios es amor, es todo.
Puedes escribirme a holasexologa@gmail.com,
encontraremos un camino a lo que sea que te ocurra. Sonríe.